El último eslabón en una sociedad afectada: los niños

Tras el asesinato de más de 50 jóvenes durante las manifestaciones generadas en los últimos meses en contra del Gobierno de Nicolás Maduro, la Unicef exhortó al Estado venezolano a preservar la protección de la niñez y la adolescencia en cualquier contexto.

Según el informe “Somos noticia 2016”, presentado por el Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), el año pasado se incrementó un 52 % la violencia en contra de niños, niñas y adolescentes. Un índice preocupante, una estadística amenazante y una verdad dolorosa.

La pesadilla hecha realidad

Corría el mes de marzo del año en curso cuando los titulares de los principales medios de comunicación del país se llenaron de “inocencia perdida”. La noticia principal la protagonizaban dos niños en situación de calle, pertenecientes a la banda “Los cachorros”, quienes asesinaron a puñaladas a dos funcionarios de la Guardia Nacional.

La información oficial sentencia que los “atacantes” abordaron a sus víctimas en horas de la madrugada cuando salían de una tasca ubicada en la avenida Solano de Sabana Grande, intentaron despojarlos de sus pertenencias, pero al ver que se resistían, terminaron agrediéndolos. Agresión que les causó la muerte.

Una adolescente de 15 años, y un niño de tan solo 10, fueron detenidos por este hecho. El Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del municipio Libertador remitió a los infantes a una institución de ayuda.

¿Y si hablamos de números?

El diccionario define la palabra “proteger” como la manera de evitar que una persona o cosa sufra algún daño. Creo que el Gobierno no sabe absolutamente nada de protección. Y la sociedad a la que pertenezco, lamentablemente también lo ignora.

De acuerdo al documento presentado por Cecodap, durante el mandato de Maduro han sido asesinados 96 niños mensualmente. También menciona que la violencia escolar llegó a 2.403 casos en el 2016; en cuanto a la violencia social, ese mismo año se produjeron 4.832 sucesos, en los que la premisa fue el homicidio, y los varones los principales afectados. La organización destaca que ocurrió un auge de 81 % en cuanto al maltrato infantil en los hogares y que el 36,6 % de los infantes murieron a manos de sus progenitores.

El último balance presentado por la Unicef respecto a la tasa de trabajo infantil en Venezuela fue en el 2007, una década después las cifras actuales se desconocen, pero los niños vendiendo en el transporte público y las calles del territorio nacional hablan por sí solos.

Por su parte, Cáritas de Venezuela contabilizó hasta el mes de abril del 2017, un 11,4 % de desnutrición en la población infantil del país, superando de esta manera los estándares internacionales establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, señaló que si llegase a pasar el 15 %, no solo se necesitaría apoyo del Estado, sino también de la comunidad internacional para abordar esta situación.

Asimismo, la Asociación Civil Red de Casas Don Bosco, reiteró que pese a no contar con una estadística oficial, la institución atiende entre 15 y 18 niños en situación de calle diariamente. Sin embargo, de acuerdo de las proyecciones que manejan, creen que existe entre 60 y 80 menores de edad viviendo en las plazas y avenidas de los municipios Libertador y Chacao de la capital venezolana.

Punto y aparte

Hay quienes nacen con cruces acuestas que no les pertenecen. Que llevan consigo una especie de karma, familiar o propio, que vienen arrastrando de vidas pasadas, y que por una razón u otra, no ha llegado a su fin. Espero que algunos ciclos concluyan lo más pronto posible.

En medio de esta crisis, a mí me duelen los niños. Esos que roban o matan; esos que se acuestan sin comer; esos que no saben compartir un trozo de pan; esos que nunca han escuchado un “te amo” de los labios de mamá; esos que no saben lo que es experimentar un abrazo. Esos que no van a la escuela; esos que pasan frío; esos que viven entre la violencia y la desolación; esos que crecen en hogares disfuncionales; esos a quienes les roban los sueños; esos a los que obligan a trabajar, a pedir; esos que comen de la basura. Esos que tienen miedos; esos que no saben de felicidad ni de amor, ni de cariño. Esos que fueron asesinados por pensar diferente. Esos que en vez de vivir, están sobreviviendo a tantos días amargos. Esos que podrían ser míos, o tuyos. Esos a los que les estamos dejando un país hecho pedazos.

Por ellos, por los inocentes, dejemos esta tierra mucho mejor de cómo la encontramos. Porque si logramos sacar a un niño de la calle, o evitamos que algunos seres tengan un final precoz, estaremos aportando no solo al futuro de Venezuela, sino al del mundo. Ya suficiente tienen ellos con haber nacido en tiempos tan difíciles, para que nosotros, con nuestra indolencia, incoherencia e irresponsabilidad, le coloquemos más piedras en el camino. Hagamos que nuestras acciones y palabras edifiquen, y no que destruyan.

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