¿Qué hacer cuando la injusticia es más fuerte que la verdad?
Que sensación tan terrible cuando sientes que los hechos te superan, que no puedes más, que eso que te agobia es sostenido, se repite una y otra vez y lo que quisieras es desaparecer y regresar cuando todo haya pasado porque sientes que ya no puedes más.
En muchas ocasiones podemos pensar que el mal lo está logrando y eso hace que sintamos miedo, y desde allí es fácil darse por vencido, rendirse y es exactamente allí donde todo puede estar perdido, es ese momento el que marca la diferencia entre salir adelante y hundirse, pero seguro te preguntarás ¿cómo? Si he probado de todo y nada puedo hacer…
Un camino poderoso es el camino del bien, cuando otros atacan y estás desarmado práctica la unión, ayuda a tu hijo, a tu hermano, a ti vecino y confía en el poder divino, recuerda que puede que solo realmente estés desvalido pero en unión eres invencible; ayer tuve una prueba del poder de estar unidos que me dio la naturaleza en el bosque de Topotepuy (Caracas, Venezuela), donde nos mostraron una palmera altísima pero muy delgada, tanto que su estructura no la hacía fuerte para resistir las fuertes brisas que allí se generan por lo que se nos invitó a pensar ¿qué es lo que la hace sostenerse e impedir que se caiga? Y, no eran raíces ni variaciones en la brisa, eran los otros árboles que la acompañaban y se daban soporte, incluso los otros árboles tampoco eran tan fuertes pero, juntos no solo lograban sobrevivir sino ser unos de los más altos del bosque.
Entiende que si bien eres grande y maravilloso, desde la individualidad difícilmente se triunfa, necesitas organizarte, apoyar a otros, permitir que te apoyen, comprender que en la unión está la fuerza.
Cuatro bueyes, que pastaban en los alrededores de un prado, se juraron eterna amistad.
Así pues, cuando un león les atacó, se defendieron tan bien que la fiera emprendió una fuga veloz.
El león, viendo que esta unión de los bueyes lo privaba de comérselos, comenzó a hacer uso de la intriga.
Buscó a cada uno por separado y le dijo que los otros hablaban muy mal de él.
Así, creó sospechas entre los bueyes y su amistad fue rota para siempre. Luego el león, viéndolos enemistados, los fue matando uno tras otro. Pero el último buey, antes de morir, exclamó:
– ¡Nosotros tenemos la culpa de esta desgracia! Por dar crédito a los enredos del enemigo nos desunimos, y así le fue fácil destruirnos.
Comprendamos que vivimos momentos más que oscuros, tenebrosos y es normal sentir miedo al ver que asesinan y detienen sin contemplación y quizás hasta desde el disfrute pero, ¿acaso no es mayor el miedo de que esto no solo continúe sino que se profundice? ¿No hay miedo al salir a la calle cada día? ¿No hay miedo al ver que por mucho que trabajes los recursos no te alcanzan para subsistir? Que si te enfermas no hay garantía que puedas sanar, ¿no es ese un miedo mayor y real?
Sabemos que ellos están armados y nosotros no pero, somos más, millones más y allí radica nuestra fuerza que lamentablemente hasta ahora no hemos sabido aprovechar, y cuando lo hagamos esta pesadilla no solo terminará sino que nos cuestionaremos el no haberlo hecho antes.
Mientras más grande la amenaza más grande debe ser la unión
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