La ANC y la totalitarización del Estado venezolano I

Definir aquello a lo que nos enfrentamos es un tema que hasta hace poco se debatía entre círculos intelectuales y políticos, y que muchos parecieron subestimar. Sin embargo, aclarar los conceptos se vuelve necesario para poder desarrollar la estrategia y la táctica adecuadas contra el chavismo. Si se trata de un autoritarismo de base democrática, la vía tendría que ser la electoral; pero si es una dictadura totalitaria, las vías de acción necesariamente son la resistencia organizada. Esto es algo que muchos personeros de la oposición institucionalizada se niegan a aceptar aún hoy, por ello haremos ciertas precisiones teóricas:

Tiranía: “Se debe dar indistintamente el nombre de tiranía a toda clase de Gobierno en el cual la persona encargada de la ejecución de las leyes puede hacerlas, destruirlas, violarlas, interpretarlas, entorpecerlas, suspenderlas o, simplemente, eludirlas con la certeza de la impunidad (…) [y que]  jamás rinde cuenta de su ejecución” (ALFIERI, Victor. De la tiranía)

Dictadura: la dictadura, en su acepción moderna, es una forma de gobierno que puede ser de facto,  ya que el poder está concentrado (no simplemente centralizado) hasta el punto de no permitir en juego, en la vida social, de adecuados poderes niveladores, o bien de iure porque no está limitado y disciplinado por leyes, y en particular por leyes constitucionales. En ese sentido, la dictadura puede definirse como la forma republicana del absolutismo; casi siempre, es un régimen basado en la fuerza y en la violencia, en oposición a un régimen basado en la ley y en el consentimiento. (SARTORI, Giovanni. Elementos de teoría política)

Totalitarismo: El totalitarismo es una forma de gobierno y de Estado que surge en el siglo XX como una forma de dominación inédita, producto de la sociedad de masas, diferente de las antiguas formas de tiranía y despotismo. El Estado totalitario es un Estado altamente burocratizado, en donde se superponen Estado-Gobierno-Partido. No se limita sólo a destruir las vías de acción política y el orden jurídico constitucional; destruye también las instituciones que entrelazan las relaciones privadas de los individuos, enajenándolos del mundo y de su propio yo. El totalitarismo busca la opresión total  de la población a través del terror. Sus formas históricas fueron el nazismo y el comunismo. (ARENDT, Hannah. Los orígenes del totalitarismo)

La intelectual socialdemócrata argentina, Beatriz Sarlo, sostuvo este martes 8 de agosto en el diario La Nación, que el chavismo “no es una dictadura sino un fenómeno totalitario”. En este punto es de suma importancia que incluso cierta izquierda democrática internacional esté definiendo al chavismo como lo que realmente es: un totalitarismo.

Lo que no deja de sorprender es la laxitud de la oposición institucionalizada, que aún no se percata de la naturaleza del enemigo, con el que pretende cohabitar, aceptando participar en la “ficción electoral”, que son las elecciones regionales. Una explicación es que la naturaleza de esta oposición institucionalizada es ser una coalición electoral y precisamente esto es lo que hace que sus vías de acción política, como la protesta y la desobediencia civil, sean sólo un medio para el logro de esos fines electorales. Es por ello que todas las acciones de calle, siempre desembocaron en la dinámica del “apaciguamiento”, en donde esta oposición obtenía algunas cuotas de poder que la dictadura siempre estuvo dispuesta a ceder. Ahora que las circunstancias cambiaron, y lo que podrían tener en frente es su propio exterminio, no saben qué hacer porque se niegan rotundamente a cambiar la estrategia y táctica, para así poder pasar a una resistencia organizada. De allí que muchos sigan empeñados en indagar en hechos de nuestra historia republicana para hallar respuestas ante un presente que les causa vértigo y desasociego.

Pretender comparar los plebiscitos de Pérez Jiménez en el 52 y en el 57, ardides de una dictadura militar clásica, es ser miope ante la verdadera naturaleza del chavismo como fenómeno totalitario. A propósito de este afán historicista de muchos políticos e intelectuales de la oposición institucionalizada; lo apropiado sería mirar otros escenarios como la URSS, la China maoísta y Cuba.

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