Caos en el Táchira

En un libro escrito por el Dr. Vicente Dávila y titulado “Labores Culturales” (Tipografía Americana, Caracas, 1936.) comenta el autor que en julio 1925 el Presidente Juan Vicente Gómez lo comisionó, junto a los doctores Rafael González Rincones, Samuel E. Niño, Isaías Garbiras, y Carlos Pirela Roo, para que desarrollaran tres importantes trabajos en Táchira.

El primero de estos era inaugurar la Carretera Transandina y tomar nota de las necesidades de los pueblos por donde esta pasaba. El segundo era llevar la promesa de amnistía del Gobierno a las veinticinco mil familias tachirenses exiliadas en Colombia. El tercero consistía en recoger las quejas de los tachirenses contra el largo gobierno tiránico de Eustoquio Gómez, quien desempeñó la Presidencia del Estado andino desde 1913 hasta aquel año de 1925. Así como también transmitir la promesa que a los afectados se les indemnizaría por los abusos y atropellos por parte del primo Eustoquio Gómez.

Luego de inaugurar la Carretera Transandina los comisionados procedieron a cumplir con las otras dos tareas, estrictamente ligadas a la barbarie a la cual había sometido el Presidente de Estado a sus pobladores. Dávila fungió de Secretario al efecto de recibir y catalogar todos los escritos de reclamaciones formuladas. A su regreso a la ciudad de Caracas en el mes de agosto, compiló todos estos documentos en siete tomos con sus respectivos índices que hoy reposan en el Archivo Nacional. La comisión recogió demandas tan diversas como el despojo de bienes, corrupción, morosidad, maltrato de vidas e  injustas prisiones. Todas estas van retratando en la mente del lector un curioso y pintoresco régimen sistematizado de saqueo en todos los ramos de la administración.

Wilfrido Ángel, vecino de Ureña, el cual se encuentra hoy recluido en el Leprocomio de Cabo Blanco no recibió pago alguno, durante siete años, de una casa que le tuvo alquilada al Gobierno. Reclama la suma de Bs. 5.000…

Francisco y Juan Antonio Angulo, vecinos respectivamente de San Cristóbal y Rubio, fueron expoliados de dinero en efectivo, por los Jefes Civiles para las raciones de las fuerzas, el primero en Bs. 2.000, y el segundo en Bs. 570…

La posesión de “La Concordia” de Mario Becerra, vecino de San Cristóbal, sufrió perdidas materiales por Bs. 10.000, durante los once años de su prisión en el Castillo San Carlos…

Antonio Darío Noguera, hombre importante en las luchas políticas del Táchira cuando estas existían, reclama Bs. 3.700. por las mulas que desde 1919 a 1921 pastaron en los potreros de su propiedad…

A la viuda de Isabel de Cárdenas, vecina de Rubio, despojó el Jefe Civil de varias cargas de panela y sal, algunas reses y dinero en efectivo. Todo esto monta a Bs. 1.200…

El fotógrafo Antonio Merchán no se le pagó el trabajo de su oficio, desde 1916 a 1923, el cual monta a Bs. 1.500…

Pedro Becerra cobra Bs. 1.800 por madera y piedras de cal que le quitaron de su cafetal para la construcción de la Casa Municipal…

Belén Bello reclama desde Cúcuta donde está asilada, los alquileres de su casa durante seis años, situada en la Plaza Sucre de San Cristóbal. Casa que se ocupó con oficinas del Gobierno…

Cuando las tropas del Gobernador pasaron por Las Lomas de Capacho, le quitaron 38 ovejas de cría a Gregorio Becerra Rueda, que las valora en Bs. 760…

Además de los ataques sobre estos particulares también se reportaron vejámenes contra las casas de comercio del Táchira. Hasta los más antiguos y representativos negocios sufrieron por igual las medidas arbitrarias de Don Eustoquio Gómez. “Breuer Moller & Co”, de San Cristóbal, reclama el valor de cuatro de sus mulas por un valor de Bs. 3.412… Roberto González, representante de la casa comercial “Carret & Co.” y “American Transportation Company”, expone que el Gobierno del Táchira le debe por el valor de un camión, acarreos de materiales, aparatos telefónicos, pastaje de mulas y la compra de mercancías por el monto de Bs. 115.000 …

Todo sufrió la rapiña insaciable del salvaje y cruel General Eustoquio Gómez. Familias enteras fueron perseguidas, sus hogares reducidos a cenizas, saqueadas las cosechas, ganado sacrificado y a veces despostado en el sitio para el consumo de los esbirros del primo del dictador. Durante su gobierno en el Táchira desaparecieron personas, fundos, negocios y se extinguió cualquier tipo de valor moral, ético o humano.  

Estos reclamos pecuniarios parecen insignificantes al ser comparados los anteriores casos de impagos de deudas, robo o destrucción de la propiedad con otras desdichas. Tales como aquellas marcadas en sangre, la tragedia del presidio y el dolor de las torturas. Tal es el caso de los hermanos Heriberto y Ovidio Salas, ambos vecinos de San Cristóbal, el primero fue ultimado en la cárcel por un guardia y el segundo fue trasladado al Castillo de San Carlos de la Barra en Maracaibo, donde permaneció preso hasta ser  liberado por la comisión de la cual formaba parte el Dr. Vicente Dávila, pero mientras esta lo esperaba en Palmira del Táchira para escuchar sus reclamos, Ovidio falleció en el trayecto sin poder obtener justicia por los pecados cometidos por Eustoquio Gómez.

Queda entonces el “Debe” de la dictadura a la República.  

Jimeno Hernández
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