La comunidad internacional parece determinada a encontrar una salida a la crisis venezolana
Editorial #410 – Nuestro problema

La crisis nos tiene rodeados y está tornándose cada vez más impredecible. La hiperinflación anualizada superó 25.000%, según los cálculos del reconocido economista estadounidense Steve Hanke, duplicando así los pronósticos del Fondo Monetario Internacional, que estimaba una inflación de 12.874% para finales de 2018. Los venezolanos no necesitan estudiar las estadísticas de Hanke para saberlo, solo es necesario comprar un cartón de huevos.

A pesar de que la situación macroeconómica es desastrosa –la peor de nuestra historia y sin parangón en el mundo actual- las consecuencias más inmediatas para el país podrían no venir de ésta, sino del conflicto con los mercados que el oficialismo ha generado.

En las últimas semanas hemos visto que empresas como ConocoPhillips, Rusoro Minning y, más recientemente, tres fondos de cobertura que poseen bonos venezolanos en default, han decidido pasar a la ofensiva con el objetivo de cobrar sus deudas. Si algo debemos tener claro es que en el mundo financiero, indiferente con la realidad política o social de cada país, los términos en los que se manejan son claros: si se debe, se paga; si te deben, se cobra.

Esto tiene mayor impacto que cualquier sanción que se haya aplicado sobre Venezuela o cualquier mala decisión económica que se haya tomado en los últimos años. Por ejemplo, desde que ConocoPhillips solicitó el embargo de activos venezolanos el 6 de mayo, son más de 100 buques de Pdvsa paralizados en las costas del país por temor a ser embargados en aguas internacionales.

Según expertos, el problema va más allá de los ingresos que se han dejado de percibir, sino también afecta a la capacidad de almacenamiento de las refinarías, que está llegando a su límite y, si eso ocurriera, se verían forzadas a parar la producción de petróleo. Las consecuencias de esto en la industria serían difíciles de pronosticar y el daño, sin duda alguna, inmenso.

Hay quien piensa que la estrategia del gobierno es “agotar” a la comunidad internacional hasta que ésta decida renunciar al problema venezolano. Es poco probable que eso ocurra.

Lejos de rendirse, la comunidad internacional parece determinada a encontrar una salida a esta crisis que, como ya lo hemos mencionado antes, ha dejado de ser una local y se ha convertido en una regional. Mientras no se solucione el problema venezolano, la región no podrá tener ni la estabilidad y ni la paz que necesita para desarrollarse, y de eso están hoy muy consientes nuestros vecinos.

Nuestro problema ya no es solo nuestro.

Miguel Velarde
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