Somos testigos del desmoronamiento de un sistema gigante de corrupción
Editorial #420 – Coimas, cuadernos y traiciones

Es increíble lo que un par de puntos porcentuales puede hacer para cambiar el destino de una nación. Si algún país en la región estuvo cerca de seguir el camino de Venezuela, ese fue Argentina. Luego de 12 años de gobierno kirchnerista –primero Néstor y luego Cristina- y un fallido intento de la expresidenta de modificar la constitución para poder reelegirse, en 2015 Mauricio Macri logró la presidencia venciendo por solo 3 puntos porcentuales a quien el kirchnerismo había elegido para seguir su modelo, Daniel Scioli.

En ese momento empezaron a cambiar muchas cosas en Argentina, no solo en materia política y del modelo económico, sino también en la justicia. Uno de los principales compromisos del gobierno de Macri fue darle independencia al Poder Judicial, algo inexistente en los años anteriores debido a la injerencia, presiones y corrupción del gobierno de los Kirchner sobre el sistema de justicia argentino.

Eso fue suficiente para que comenzara a salir a la luz una innumerable cantidad de casos de corrupción, negocios, sobornos y todo tipo de delitos cometidos por funcionarios del gobierno kirchnerista. Hoy, el exvicepresidente Amado Boudu, varios exministros de ese gobierno y decenas de otros funcionarios y operadores políticos están presos por delitos cometidos desde el poder.

Y aunque en los últimos meses hemos sido testigos de magníficas historias que parecen más de novelas policiacas que de la realidad, ninguna se asemeja a la que vio la luz la semana pasada: los cuadernos de las coimas. Resulta que el chofer de uno de los operadores más importantes en el sistema de cobro de coimas a cambio de adjudicación de contratos para la obra pública, anotó de manera increíblemente minuciosa cuándo, a quién y cuánto dinero en bolsos llenos de efectivo se entregaron durante años. Óscar Centeno, el chofer, fue quién con un bolígrafo derribó todo el sistema podrido. Los cuadernos terminaron en manos de un periodista de La Nación gracias a la expareja despechada de Centeno.  

Los nombres de los más importantes ministros y otros altos funcionarios del gobierno “K” se encuentran en estas páginas infames. Hasta el momento, por este caso, hay 6 exfuncionarios públicos presos, 12 empresarios detenidos o indagados, y 8 empresarios “arrepentidos”. Entre algunos de estos últimos, los más importantes empresarios del país: Héctor Zabaleta de Techint,  Angelo Calcaterra de IECSA, y Carlos Wagner, expresidente de la Cámara de Construcción, entre otros.

En casos de corrupción destapados antes, donde los involucrados eran principalmente políticos, había regido una especie de Omertá entre ellos, un pacto de silencio, debido al cual, a pesar de estar varios dirigentes entre rejas, se hace difícil profundizar la investigación.

Sin embargo, en esta ocasión, para la Justicia argentina fue de gran beneficio que varios importantes empresarios estén involucrados. Se demostró, una vez más, que su ambición por el dinero es opuestamente proporcional a su coraje en momentos difíciles. Varios de ellos no tardaron mucho en adherirse al programa de “arrepentidos”, traicionaron a sus “socios” y empezaron a contar todo sobre esta trama de corrupción.

El escándalo recién comienza, pero todo indica que llegará hasta la propia Cristina Kirchner; en las anotaciones de los cuadernos se menciona que varios bolsos llenos de dólares fueron entregados en  la puerta de su propia residencia y ya hay versiones que coinciden en que ella era la cabeza de toda la banda.

Somos testigos del desmoronamiento de un sistema de corrupción gigante, similar al “mecanismo” que gracias al escándalo del Lava Jato cayó en Brasil, quizá solo comparable también al famoso Mani Pulite (Manos Limpias), que acabó en 1992 con toda la clase política y empresarial tradicional en Italia.

Al ver todo esto, no podemos dejar de imaginar lo que encontraremos en Venezuela cuando las condiciones lo permitan. Seguramente será, de lejos, mucho peor y más asqueroso que lo que pudimos haber visto en Italia, Brasil o Argentina.

Nuestra propia historia de coimas, cuadernos y traiciones.

 

Miguel Velarde
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