20 horas. El día que el Zulia se apagó
A pesar de estar ya habituada a los continuos “apagones” a los cuales nos tiene sumidos los supuestos y continuos actos de sabotaje a la corporación eléctrica nacional, ese día, ni mi hijo ni yo estábamos preparados para lo que sucedería
20 horas. El día que el Zulia se apagó
El pasado viernes 10 de agosto, estaba muy atareada haciendo los deberes de la casa cuando, de pronto, se fue la luz. En Maracaibo, mi ciudad, ya nadie se sorprende de los apagones, porque éstos se encuentran a la orden del día desde hace meses. Solamente el pasado 24 de diciembre de 2.017 pasamos la Nochebuena Sin Luz. Pues si, la primera Navidad de mi hijo y ha sido a oscuras.
Esta vez, ya acostumbrados a que la compañía eléctrica nos quite el servicio sin avisar, decidimos esperar nuestras 5 (¿o quizás 6?) horas de racionamiento eléctrico “habitual” para poder continuar con la “rutina”. Eran las 7:30 p.m. Calculé que la luz llegaría entre las 11 y la medianoche. Y así fue. A la medianoche, regresa el servicio con numerosos bajones eléctricos (algo a lo que ya estamos acostumbrados) y, de pronto, se vuelve a ir la luz.
Sospechamos que había sido una “falla general” producto de algún “sabotaje” del “flaco de los Puertos de Altagracia”, ya que, cada vez que ocurre un evento de esta magnitud el Ministro de Energía del país se refugia en los mas rebuscados personajes y las mas enrevesadas tramas para tapar la negligencia que poseen con respecto al mantenimiento adecuado de la Red Eléctrica.
Mientras tanto, yo trataba de cazar infructuosamente la señal de mi teléfono móvil para ver por el Twitter cual era la magnitud de los sectores afectados y cuáles podrían ser las probables causas del suceso. Para ese momento, todos a oscuras, se volcaron a la red a reportar la situación y ya existían rumores sobre la quema del cableado que atraviesa el Puente Gral. Rafael Urdaneta.
Entre el calor, los zancudos y sumergidos en la más profunda ignorancia, decidimos pasar nuestra primera noche sin luz. Esperando que, el día siguiente estuviese resuelto el problema.
Caos Inimaginable. Así se sintieron estas angustiantes horas
Debo comenzar estas líneas explicando lo siguiente: no recuerdo bien la continuidad de espacio y tiempo de esta terrible semana. Quizás era producto de los días y noches sin electricidad donde la luz del sol y la luna eran las que nos orientaban, quizás también era el calor exagerado y la desesperación que se sentía en todos lados. Mi hijo pequeño y yo, luchando por conseguir algo de agua, la presión de los alimentos que se dañaban a velocidades insospechadas, el caos en la telefonía y la inexistencia de puntos de venta en todas partes agravaban el panorama.
Mi hijo lloraba. Sabía que era producto de mi estrés, ansiedad y frustración. En mi casa vivimos 6 personas: 2 adultos mayores, 1 persona con discapacidad y un menor, todos tratando de alargar y rendir el único recipiente de agua que pudimos conseguir a medianoche. Mis vecinos mientras tanto hacían cola con baldes para bajar al tanque del edificio y subir con siquiera uno para solucionar el día.
Mientras los días pasaban, se hizo mas claro el panorama. Habían imágenes, audios y explicaciones sobre como una conexión infructuosa en el tendido eléctrico que cruza el famoso y querido Puente sobre el Lago ocasión un incendio de proporciones preocupantes, y por ello, el fallo general. La mala praxis, la improvisación y la falta de mantenimiento preventivo nos habían jugado, de nuevo, una mala tirada.
Algunas cifras y testimonios
Los municipios más afectados por este apagón – que lleva 164 horas y contando – son Maracaibo, Jesús Enrique Lossada, La Cañada de Urdaneta, Mara, algunos de la Costa Oriental del Lago (COL) y San Francisco, siendo el de mayor población y consumo.
La falta de electricidad mantiene a un 90% del sector empresarial paralizado, así como a la mayoría de la población, puesto que, sin luz no pueden abrir los negocios, no hay internet, las líneas telefónicas presentan fallas y no funcionan los puntos de venta.
El paso por el Puente Sobre el Lago «General Rafael Urdaneta», en el que transitan al menos 50.000 vehículos diarios, se encuentra restringido producto que desde el pasado viernes ocurrió una explosión e incendio en el depósito de aceites entre las pilas 21 y 25 que dañó gran parte de la capa asfáltica y obligó al cierre de esta infraestructura hasta pasado el lunes al mediodía.
“7mil kilos de carne de res descompuesta en el mercado mayorista de Las Pulgas en Maracaibo. Tienen 144 horas #SinLuz Rematan su precio para evitar pérdidas. Lo triste es que vi personas que por necesidad compran carne verde ya dañada.” @LDanieri – Periodista Lenín Danieri. Fuente: Twitter
“En Maracaibo nos están exterminando. Ciudadanos parecemos zombies. Sin trabajar, sin descansar. No hay agua,no hay luz, las casas llenas de moscas porque no recogen la basura. Doy un ojo por un vaso de agua fría” – @javierparra21 Fuente: Twitter
“Protesta en Sabaneta. Se incendia el Maruma por colapso de su planta eléctrica. Sectores cumplen 18 horas sin luz. Carnicerías y panaderías con mercancía dañada. Y esta gente lo único que hace es ver como carajo pueden convencer a la gente de un sabotaje que nadie cree” – @Madepalmar. Periodista Madeline Palmar.
“Mi hermano es discapacitado encamado, 100% dependiente. Han pasado 168 horas desde que el caos se desató, de las cuales he pasado 122 sin electricidad, sentada junto a él como un zombie, intentando ventilarlo con una tapa de cartón. Su rostro solo grita desespero, el mío también”. @rubiborjas_ Fuente: Twitter
“Esto es inhumano. Ya no hallamos de dónde sacar fuerzas para sobrevivir a esta pesadilla” -Samanta Quintero, de 71 años ha sobrevivido a siete derrames cerebrales. Vive en el sector Belloso, de Maracaibo. Su hermana María la abanica día y noche.
Protestas van y vienen. Igual que la represión. También el servicio eléctrico. Quizás, lo único seguro que tenemos los marabinos por ahora sea, la interrupción de nuestras actividades normales como consecuencia de un apagón.
- Según la OIM, más de 1,6 millones de venezolanos están fuera de su país. La cifra se ha disparado desde 2015, cuando eran 700.000 los que vivían en el extranjero. De éstos, aproximadamente 885.000 se encuentran en países sudamericanos, 308.000 en Norteamérica, 78.000 en Centroamérica y 21.000 en el Caribe.
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