Estamos viendo la destrucción definitiva de lo poco que queda de economía en Venezuela
Editorial #421 – Siempre se puede estar peor

El peor error que podemos cometer es creer que hemos tocado fondo. Un drama como el que vive Venezuela no lo tiene. Y es justamente cuando bajamos la guardia y creemos que la caída no va a continuar, que viene la peor parte.

En menos de dos semanas, fuimos testigos del atropello contra el diputado Juan Requesens y el sufrimiento de su familia. Su caso no solamente nos conmovió, sino también nos recordó a los miles de venezolanos que fueron víctimas en estos últimos años de asesinatos, torturas, cárcel y exilio, todos por un mismo pecado: luchar por un mejor país.

Casi en paralelo, observamos las dramáticas imágenes de las inundaciones en el estado Bolívar debido a la crecida del río Orinoco y la indolencia del oficialismo al simplemente ignorar el hecho. Cientos de familias lo han perdido todo y ninguna autoridad ha visitado el lugar. Creen que si de una tragedia que no se habla, ésta no existe.

También simultáneamente, varios estados enfrentan la peor crisis eléctrica de su historia. El caso más emblemático es el del Zulia. Maracaibo fue la primera ciudad con luz eléctrica en el país, y ahora es una de las más afectadas por las fallas en el servicio. La semana pasada se quedaron cinco días sin luz y completamente aislados del sistema eléctrico nacional. Los expertos en el área advierten que otras ciudades, como Valencia, Barquisimeto y Maracay van por el mismo camino. El derrumbe del sector eléctrico es inminente.

Todo esto se suma a un colapso económico del que no se salva ningún venezolano. La desbordada hiperinflación, la pérdida del poder adquisitivo y la evaporación del valor de la moneda, han sumido prácticamente a toda la población en la miseria. Las consecuencias reales, más allá de los análisis y los números, son inéditas en su impacto humano: hambre, desnutrición, enfermedades y muerte.

Como si todo esto no fuera suficiente, el viernes el gobierno anunció nuevas medidas económicas que solamente van a profundizar y acelerar la destrucción. El incremento del salario mínimo en 35 veces y el también inminente aumento del precio de la gasolina, entre otras, no van a tener ningún efecto positivo para paliar la crisis.

Debemos tener muy claro que lo anunciado no es un “paquetazo», tampoco son «políticas insuficientes», ni «medidas neoliberales». Es la destrucción definitiva de lo poco que queda de economía en Venezuela y es completamente intencional. Es parte de un proyecto que desde hace mucho vienen implementando.

Ante un escenario tan complejo, no puede faltar el sector “opositor”, no solo político, sino también técnico y comunicacional, que apunta a cualquier parte menos al origen del problema. Algunos economistas y analistas -intencional o ingenuamente- se suman a la «realidad» oficial y hacen análisis de la superficie y no del fondo del problema. No podemos caer en eso: nunca hemos visto decisiones más alejadas de toda racionalidad económica que las recientes.

Si no terminamos de entender que estos no son errores ni ineficiencia, sino un plan político cuidadosamente ejecutado, muy pronto no quedará nada para rescatar en el país.

Aunque hoy sintamos que estamos en el hoyo más profundo, recordemos que siempre se puede estar peor.

Miguel Velarde
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