Nada de esto debería sorprendernos
Editorial #424 – Socialismo

Lo que hoy ocurre es inédito en nuestro país, pero eso no significa que sea algo nuevo. El modelo que ha destruido la economía, la sociedad y las instituciones, lo ha hecho antes en otras latitudes del mundo y siempre con un único objetivo: eternizar en el poder a aquellos que en ese momento lo detentan.

Sus consecuencias son también siempre las mismas: debacle económica, miseria, violencia, escasez, destrucción del aparato económico y éxodo masivo de los ciudadanos.

Los venezolanos viven en la actualidad una crisis nunca antes vista y a la que, justamente por eso, no saben como hacerle frente. La incertidumbre y la desesperanza son los dos sentimientos que agobian hoy a la mayoría. No se sabe que va a pasar, pero uno puede imaginar que solo vamos a estar peor.

Es por eso que el repaso del pasado es tan útil para la construcción del futuro. No debemos alejarnos de la región para encontrar ejemplos recientes de crisis parecidas a la nuestra, para reafirmar sus causas y aprender de sus soluciones.

Nuestro principal problema en la actualidad es la economía. Los dos pilares principales de esta crisis son la hiperinflación –para la cual todo indica que el pronóstico del Fondo Monetario Internacional de 1.000.000% a final de año se quedará corto-  y la pérdida del poder adquisitivo, es decir, que cada día que pasa el venezolano puede comprar menos con su salario.

Ninguna de las medidas anunciadas recientemente por el oficialismo apunta a solucionar estos problemas. Todo lo contrario, en un contexto económico como el actual, el aumento desmedido del salario mínimo, los controles sobre el tipo de cambio y precios, la impresión de dinero inorgánico y la creciente presión sobre los sectores productivos, empresariales y comerciantes del país, solo generarán más dificultades.

Hemos llegado a un nivel tan complejo de crisis que ninguna política aislada, incluso asumiendo que sea correcta, será suficiente para solucionarlo. El país necesita un cambio estructural del modelo económico, que incluya muchas variables, pero que necesariamente parta de tres: el levantamiento de todo tipo de controles (cambio y precios), la seguridad jurídica y las libertades básicas en el mercado.

Venezuela debe convertirse en una nación donde exista la posibilidad de que las empresas y personas puedan invertir en diferentes áreas de la economía, tiene que haber suficiente incentivo para que las grandes compañías de otros países vean al país como alguna vez lo vieron: como una oportunidad de inversión importante.

Nada de eso se puede lograr sin generar la variable transversal más importante en economía: confianza. El oficialismo ha tomado, en gran parte, muchas medidas recientes buscando justamente eso, porque están conscientes de que sin confianza, no hay chance de recuperación económica.

Sin embargo, es muy difícil pensar que idénticos actores y vicios que han llevado al país a la catástrofe en la que hoy se encuentra, puedan ser quienes logren generar la confianza necesaria para salir de ésta.

Nada de esto debería sorprendernos. Lo que vivimos en Venezuela en materia económica no es nuevo ni inventado por el chavismo.

Es la misma historia, con el mismo final y un mismo nombre: socialismo.

Miguel Velarde
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