La teoría ética de Ayn Rand: Egoísmo Racional

El provocativo título de La Virtud del Egoísmo de Ayn Rand coincide con una tesis igualmente provocadora sobre la ética. La ética tradicional siempre ha sido sospechosa de interés propio, alabando actos desinteresados ​​y llamando actos amorales o inmorales motivados por el interés propio. Una persona interesada, desde el punto de vista tradicional, no tendrá en cuenta los intereses de los demás y, por lo tanto, menoscabará o dañará esos intereses en pos de los suyos propios.

El punto de vista de Rand es que todo lo contrario es cierto: el interés propio, correctamente entendido, es el estándar de la moralidad y el altruismo es la inmoralidad más profunda.

El interés propio correctamente entendido, según Rand, es verse a sí mismo como un fin en uno mismo. Es decir que la propia vida y la felicidad son los valores más altos que podemos tener, y que uno no existe como un servidor o esclavo a los intereses de los demás. Tampoco existen otros como sirvientes o esclavos a nuestros intereses. La vida y la felicidad de cada persona son sus conclusiones. El interés propio correctamente entendido también implica autorresponsabilidad: nuestra vida es ajustada a la responsabilidad de sostenerla y mejorarla. Depende de cada uno de nosotros determinar qué valores requiere nuestra vida, cuál es la mejor manera de lograr esos valores y actuar para lograr esos valores.

La ética del interés propio de Rand es esencial parala defensa del liberalismo clásico. El liberalismo clásico, más a menudo llamado «libertarismo» en el siglo XX, es la opinión de que los individuos deberían ser libres de perseguir sus propios intereses. Esto implica, políticamente, que los gobiernos deberían limitarse a proteger la libertad de cada individuo para hacerlo. En otras palabras, la legitimidad moral del interés propio implica que los individuos tienen derechos sobre sus vidas, sus libertades, sus bienes y la búsqueda de su propia felicidad, y que el propósito del gobierno es proteger esos derechos. Económicamente, dejar a las personas libres para perseguir sus propios intereses implica a su vez que solo un sistema económico capitalista o de libre mercado es moral: las personas libres usarán su tiempo, dinero y otras propiedades como mejor les parezca, e interactuarán y comerciarán voluntariamente con otros en beneficio mutuo.

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