El gran reto que tenemos ante la nueva realidad es tratar de comprenderla
Editorial #432 – Obviar lo obvio

Cuando comenzaron a darse los drásticos cambios en la forma de hacer y comprender la política, muchos prefirieron convencerse de que eran solo una excepción y que pronto volveríamos a la normalidad a la que nos habíamos acostumbrado.

Por eso, el resultado del Brexit en Gran Bretaña sorprendió pero no generó alarmas en las élites mundiales. Éstas recién se empezaron a activar con la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos, no solo por el gran impacto que iba a tener ser el líder de la mayor potencia del mundo, sino también porque ese resultado fue incluso más inesperado.

Luego, el ascenso de Matteo Salvini como Primer Ministro en Italia y más recientemente la cómoda victoria de Jair Bolsonaro en Brasil confirman que  lo que estamos viendo no es un hecho aislado, sino la reconfiguración del orden político mundial y de las formas de hacer política.

Es una mezcla entre un nuevo liderazgo fiel a su identidad, populista, frontal, contestatario, rebelde, junto a nuevas técnicas de comunicación más directas y personales, gracias a las nuevas tecnologías y a las redes sociales, sumadas a fenómenos que también estamos todavía diseccionando, como las fake news, que se han convertido en un eje central en las últimas grandes campañas en diferentes lugares del mundo.

A quien más le duele esta nueva realidad es a la “divina izquierda”, esa que desde sus cómodas posiciones defiende e impulsa un modelo socialista inviable que, entre otras cosas, ha llevado a varios de nuestros países al desastre. Después de dos décadas de poder y fracaso en la región, ahora se apresura en calificar a personajes como Trump, Salvini y Bolsonaro como “fascistas” e incluso, como hizo uno de sus más ilustres representantes, el expresidente “Pepe” Mujica de Uruguay, compararlo con Hitler.

Para quienes creemos en el liberalismo, la democracia y la república, sobran los motivos para estar muy atentos a la gestión de estos nuevos liderazgos, sobre todo si basamos nuestra preocupación en algunos de sus discursos contra las minorías y las libertades. Pero no podemos caer en el error de comprar el relato de la izquierda internacional, mucho menos cuando ellos fueron en gran parte responsables de lo que hoy tenemos. Si existe alguna duda, preguntémonos cuántos brasileños optaron por Bolsonaro solo para que Lula y sus secuaces no vuelvan al poder.

Tampoco podemos ignorar el hecho de que este nuevo perfil de líderes ha tenido éxito no solo llegando al poder, sino también ejerciéndolo. A pesar de todos los escándalos que lo rodean, Trump mantiene índices de popularidad altos gracias a su exitosa gestión económica y todo indica que este martes, en las elecciones parlamentarias, los Republicanos mantendrán el control del Senado y pelearán por mantener la mayoría en la Casa de Representantes. Un escenario que permitirá al presidente de los Estados Unidos terminar su primer periodo de gobierno relativamente cómodo.

Salvini, por su parte, cuenta con el apoyo del 60% de los italianos, según la más reciente encuesta de la firma Demos publicada por el diario La Republicca. Mientras Bolsonaro, que asumirá la Presidencia de Brasil el próximo 1 de enero, empezó a sumar figuras importantes a su equipo, como el reconocido economista liberal Paulo Guedes como Ministro de Hacienda, el único astronauta brasileño, Marcos Pontes, como ministro de Ciencia y Tecnología, y la más noticiosa de todas, la del respetado juez Sergio Moro, como ministro del poderoso y recién creado Ministerio de Justicia, Seguridad y Contraloría.

Independientemente de nuestras preferencias, el gran reto que tenemos ante la nueva realidad es tratar de comprenderla, y no caer en lo más fácil que es descalificarla y atacarla.

El error más grande sería obviar lo obvio.

Miguel Velarde
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