El paso de los días está favoreciendo a la lucha democrática y no a la estabilización del régimen
Editorial #442 – Fuerza

Desde hace algún tiempo, algunos líderes políticos y de opinión plantearon la tesis de que la única manera de salir del régimen que ha secuestrado el poder en Venezuela era a través de la fuerza. Tenían razón.

Lo vemos hoy, cuando esas fuerzas han logrado que las bases sobre las que se sostiene Maduro empiecen a crujir como consecuencia de la creciente presión sobre el chavismo.

El cerco de la comunidad internacional está jugando un rol determinante en todo esto. Principalmente la firme posición que han tomado gobiernos como los que componen el Grupo de Lima, así como la Unión Europea, Estados Unidos y más recientemente Israel. Todos han dejado claro que no existe la más mínima posibilidad de que reconozcan a Maduro como legítimo presidente.

Los ciudadanos también se encargaron de mostrar su fuerza, como en el pasado, en una multitudinaria marcha el 23 de enero en Caracas. Esta fue acompañada por decenas de otras movilizaciones en toda Venezuela y en muchos otros países del mundo, desmontando así una percepción que había empezado a propagarse en los últimos meses: que “el venezolano se rindió”. Nada más lejos de la verdad, porque es muy difícil que un ser humano renuncie a la lucha por lo más sagrado que tiene: su libertad.

La fuerza institucional también está haciendo lo que le corresponde. Las dos únicas instituciones legítimas del país, la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, trabajan hoy con un mismo objetivo: el cese de la usurpación por parte de Maduro, la conformación de un gobierno de transición y la convocatoria a unas elecciones justas, libres y transparentes lo antes posible.  

Por todo esto, contrario a lo que muchos pueden pensar, el paso de los días está favoreciendo a la lucha democrática y no a la estabilización del régimen de Maduro. Juan Guaidó, presidente (E) de la nación, ha venido aglutinando apoyos de manera constante y, más importante aún, avanzando en la ruta planteada.

Ahora es vital que Guaidó pueda seguir sumando más de estos apoyos locales e internacionales y siga, como ha empezado a hacerlo, tomando y ejecutando decisiones que legitimen su función interina al frente del Ejecutivo.

No ha sido, no es y por supuesto no será fácil. Por el contrario, lo más probable es que los próximos días sean los más complejos en una lucha que ya tiene 20 años. Sin embargo, la transición ya comenzó y es casi irreversible.

Estamos más cerca que nunca de lograr la libertad definitiva de Venezuela. Solo faltan tres cosas: fuerza, fuerza y más fuerza.

Miguel Velarde
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