La mañana del 24 de enero

Venezuela amanece el 24 de enero en un terreno ampliamente desconocido. Después de la juramentación de Juan Guaidó como presidente interino de la República, el respaldo de varios países de peso en la geopolítica mundial, y la nueva ola de protestas que ha surgido en el país, es válido decir que hemos entrado en un periodo de muchas expectativas y también de mucha incertidumbre.

El Gobierno sigue con su intención de perpetuarse en el poder y de desoír todas declaraciones, comunicados, acciones e inacciones internacionales que no estén a su favor. El uso de sus sentidos ha probado ser selectivo en los últimos tiempos, y eso ha sido más que confirmado en las últimas horas. Estamos tratando con personas que no soltarán el “coroto” así sin más.

 

Silencio comunicacional, otra vez

 

No te sorprendas si no hallaste información relevante sobre el 23 de enero en los noticieros de los canales de televisión nacional; ellos están sujetos por la mano dictatorial, amordazados y aprisionados en la cárcel de un miedo completamente legítimo, el miedo al despido masivo, a la intervención del Estado, al miedo de la detención arbitraria.

Nuevamente son las redes sociales, Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat y otras las que nos permiten saber y conocer qué sucede en el territorio nacional. A pesar de que el miedo a información falsa siempre está presente, hemos aprendido a reconocer qué fuentes son confiables y cuáles no, qué videos son trucados y cuáles auténticos. Sí, hubo información falsa corriendo, pero la verificación ha sido veloz en muchos casos y los daños no fueron mayores.

El venezolano ha sabido darle la vuelta a la censura del Estado para informarse sobre la situación nacional e internacional. La formación de “periodistas ciudadanos”, las personas que no son periodistas acreditados pero que cuentan con los medios y conocimiento para registrar lo que acontece en sus cercanías, ha sido fundamental para que todos estemos al tanto de las protestas.

Más protestas, más descontento, más disidencia

 

Cotiza, zona de alta actividad el 21 y 22 de enero.

Los efectivos de seguridad del gobierno, SEBIN y FAES principalmente, volvieron a hacer de las suyas en las marchas alrededor del país y en las protestas en las zonas populares de Caracas. Ha habido muertes, represión, daños a comercios, escombros, mucha pólvora. Quiero pensar que aquellos que nos reprimen están seriamente amenazados por la dictadura para así evitar creer que todavía creen seriamente en el “proyecto revolucionario”.

Lo ocurrido en Cotiza es una muestra de que efectivamente hay disidencia dentro de las filas militares y que no todos están convencidos y contentos con el gobierno. Si bien es cierto que fueron apresados, ellos son una fracción de muchos otros núcleos que no se han alzado todavía, pero que tienen la intención de hacerlo. La historia de Venezuela nos ha mostrado lo terrible que sería si un militar asume nuevamente el poder. Hay que asegurar de que su participación en el gobierno de transición sea mínima.

El juego de la diplomacia o la desesperación

 

 

Maduro y aliados (aunque probablemente no todos lo sean) el 23 de enero

Maduro anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y estableció un plazo de 72 horas para que los diplomáticos se retirasen de territorio nacional. Ahora bien, lo esencial reside en que Maduro anunció esto horas después de que Guaidó fuese reconocido por Donald Trump y el gobierno estadounidense, es decir, ya Maduro era desconocido por la administración estadounidense y carecía de la influencia para tal movida.

Ya Guaidó y la administración estadounidense apoyaron a los diplomáticos para su permanencia. ¿Qué sucedería si pasan las 72 horas y los funcionarios se quedan? ¿Maduro será atrevido (o estúpido) e intervendrá violentamente? ¿Cederá ante las presiones internacionales y se irá solo o con la cúpula? Todo jugada del heredero político de Chávez será más observada que nunca.

Aparte de Estados Unidos, muchos otros países han reconocido a Guaidó como presidente interino. Colombia, Ecuador, Brasil, España, Perú, Chile, Argentina, Francia, Suiza, Paraguay, y demás naciones han reconocido a Guaidó. China, Rusia y México, hasta el momento, han sido los únicos en respaldar a Maduro.

¿Y ahora qué?

 

 

Es la mañana del 24 de enero. La velocidad de los cambios dirigidos a la transición ha aumentado sensiblemente. Las constelaciones nacional e internacional para acabar con la pesadilla nunca han estado tan bien como ahora, pero esas constelaciones deben ser apoyadas por acciones concretas de la sociedad civil.

Los militares que estén en descontento deberían reconocer cuál es el lado correcto de la historia y abandonar al gobierno, que se sostiene únicamente por las armas. Queda de parte de nosotros saber trazar la raya y hacerles saber a los militares cuál es su lugar en este gran mapa de la problemática, recordarles que Venezuela no quiere volver a las juntas militares ni híbridas.

Apoyo internacional hay y de sobra. Venezuela es el foco de la atención mundial mientras escribo estas líneas y eso no debe ser desaprovechado. Los movimientos que sean ejecutados de ahora en adelante muy probablemente cuenten con todo tipo de apoyo exterior en pro de la reconstrucción del país y también de la justicia transicional.

Nunca hemos estado tan cerca de la conclusión como lo estamos ahora. No podemos cantar victoria todavía, pero, si realizamos los movimientos adecuados, será cuestión de tiempo para que Venezuela pueda, efectivamente, renacer.

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