Hace mucho que reclamábamos del mundo algo más que palabras
Editorial #444 – Ayuda

Durante años nos sentimos abandonados por la comunidad internacional. Por mucho tiempo tuvimos la sensación de que el problema de Venezuela era solo de los venezolanos.

Sin embargo, el mundo se dio cuenta de la realidad: nuestro problema no es solo nuestro. Y no únicamente porque las mafias que enfrentamos son tan poderosas y tenebrosas que se nos hace difícil derrotarlas, sino también porque éstas amenazan la estabilidad y la paz de toda la región.

Ahora es diferente. La comunidad internacional pasó de la retórica a la acción y, liderada por los Estados Unidos y el Grupo de Lima, ha asumido una posición no solo firme, sino también irreversible en relación al régimen venezolano.

Es evidente que, a estas alturas, la apuesta para lograr la transición en Venezuela es muy alta para la administración de Donald Trump y el costo de no lograrla sería igual. No creemos exagerar si afirmamos que el presidente de los Estados Unidos se juega en gran parte su reelección el próximo año con el tema venezolano.

Rusia y China también tienen intereses en juego, más económicos que políticos. Esto puede ser una buena noticia en el momento de llegar a acuerdos que destraben el conflicto: si los números cuadran, habrá acuerdo.

Quienes están mucho más preocupados por una eventual caída del chavismo en Venezuela son los autores originales de la tragedia venezolana: los cubanos. A pesar de haber encontrado en el México de López Obrador una potencial nueva fuente de recursos, están consientes de que en el momento que Maduro salga del poder, el momentum puede fácilmente hacer que Nicaragua, Bolivia e incluso Cuba, sean los próximos en alcanzar la libertad.

Como respuesta a la tragedia venezolana se ha conformado un bloque democrático en la región, liderado por países como Estados Unidos, Brasil, Colombia, junto a los demás que componen el Grupo de Lima. El rol que ha jugado la Organización de Estados Americanos, encabezada por una de las voces más importantes por la libertad de Venezuela, Luis Almagro, también ha sido clave.

Todo esto nos hace pensar que estamos cerca de nuestro objetivo y que ahora existe la posibilidad de mantener los esfuerzos a mediano plazo para que nunca más se instale en la región una dictadura como la que aún padecemos.

Hace mucho que reclamábamos de la región y del mundo algo más que palabras. Hoy  finalmente vemos no solo acciones concretas, como las sanciones a quienes nos oprimen, sino también toneladas de alimentos y medicamentos listos para ingresar al país como ayuda humanitaria para tantos venezolanos que desesperadamente la necesitan.

El impacto no es solamente humano, sino también político. Está claro que no estamos solos y que para rescatar la democracia y la república en Venezuela, contamos con su ayuda.

Miguel Velarde
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