Los tiempos del hambre
Como todos los venezolanos que vivimos y padecemos la terrible crisis hiperinflacionaria nos preguntamos ¿Cuánto tiempo más? ¿Cuánto tiempo más falta para llegar al final? ¿Habrá un final dentro de esta historia? ¿Jugarán nuevamente con nuestros sueños y esperanzas como en otrora? Obviamente, ninguna de estas preguntas tiene una respuesta inmediata que satisfaga nuestra angustia.
Y es que los tiempos del hambre son muy distintos a los tiempos políticos y a los tiempos diplomáticos. Mientras que un político o un diplomático puede darse el lujo de acomodarse para el mitin o la reunión, lustrar sus zapatos, anudar su corbata, colocarse su saco, trasladarse en un vehículo con todas las comodidades posibles; las personas de a pie van a un ritmo mucho más acelerado, se visten con la ropa que aun puedan tener limpia por la falta continua de agua, se trasladan en medios inhumanos de transporte con condiciones precarias que atentan contra la vida y dignidad humana, llegan a sus sitios de trabajo con poco o nada de comida en el estómago, recorren las ciudades venezolanas con tan solo unos billetes en el bolsillo con los cuales nada se puede comprar. Son muy distintos estos tiempos, es como si fuesen dos realidades que conviven dentro de un mismo plano.
Los venezolanos y el mundo entero actualmente estamos a la expectativa sobre el que sucederá. Mientras tanto, la dirigencia opositora ha convocado a nuevas manifestaciones de calle, a nuevas marchas, y sobre eso es importante acotar que el venezolano ha marchado durante los 20 años que ha durado el gobierno revolucionario bolivariano, y en los últimos años ha quedado completamente claro que la tendencia inicial ha sido revertida, es decir, la oposición ha demostrado que tiene una mayoría que se expresa en la calle con sus esperanzas, sus banderas, sus pitos y sus consignas.
Sin embargo, en opinión personal las manifestaciones de calle deben ir acompañadas de acciones concretas que sirvan para disminuir los niveles de incertidumbre del venezolano. No basta con solo recorrer unas calles para finalmente apostarse frente a una tarima a escuchar un encendido discurso político. El tiempo de medición de fuerza en la calle ya pasó, los venezolanos y la comunidad internacional saben a ciencia cierta que tendencia política tiene mayoría dentro del país. Y es que mientras la crisis política de gobernabilidad no se resuelva, lamentablemente la crisis económica no iniciara un camino de recuperación y tardaremos mucho más en llegar a ese tan ansiado puerto lleno de bienestar, progreso y prosperidad.
Es importante reconocer, que el esfuerzo y los logros consolidados por el Presidente Juan Guaidó en los poco más de 15 días que han transcurrido, han sido mucho mayores que en 20 años de oposición, y han sido mucho más claros y concretos con objetivos puntuales reconocidos incluso por la comunidad internacional. Es por ello que el tiempo de las agendas ocultas, el de las negociaciones por debajo de la mesa no pueden prevalecer sobre las necesidades reales de los venezolanos. Es tiempo de que se permita el ingreso de la ayuda humanitaria, es tiempo de acabar en definitiva con la hiperinflación, es el tiempo propicio para que el venezolano vuelva a tener la calidad de vida que gozaba en otros tiempos y otras épocas, es tiempo de que nuestros familiares y amigos regresen para que juntos se pueda construir una mejor Venezuela.
Por ello mientras los días sigan pasando se le da tiempo al adversario de reacomodar sus fuerzas, como ocurre por ejemplo en el baloncesto con los tiempos solicitados por el Director Técnico, esos espacios temporales le permite reorganizar a su equipo y definir una estrategia que puede dar como resultado ganar un juego con un lanzamiento en los últimos segundos del partido. Perder el juego en el último segundo es devastador para la moral de cualquier equipo.
Los tiempos del hambre están ganando la batalla por mucho a todos los demás. Como profesional del derecho comprendo que todo esto conlleva un proceso y unos lapsos, pero un niño en estado de desnutrición; un paciente de diálisis sin los implementos necesarios para realizar ese tratamiento; una madre sin comida que darle a sus hijos en su hogar; unas personas sin techo y sin nada que comer; un ciudadano que a pocas horas de cobrar su salario se quede sin dinero en el bolsillo con el que poder cubrir los gastos básicos del mes, no lo entienden de la misma forma. Mientras se espera los próximos anuncios, los siguientes pasos, y las nuevas convocatorias para marchar, la hiperinflación sigue ganando, los precios de los productos y el hambre sigue aumentando.
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