Populismo, radiografía de una enfermedad

Indudablemente una de las categorías más complejas de la ciencia política es el populismo, tratar de exponer algunas observaciones en torno a ella por momentos parece una tarea importante, no obstante, lo polisémico del concepto impide atinar criterios que puedan esclarecer un poco el intenso debate que lo bordea.

En la actualidad hay una inmensa cantidad de foros, libros, documentales y canales en YouTube que abordan el tema (no siempre de la mejor manera). En muchos casos tiende a confundirse el populismo con alguna ideología, principalmente aquellas que abrazan las teorías marxistas. En este sentido, la primera observación que deberíamos agregar es que el populismo no es una ideología, se trata de una dimensión de la política, dimensión que posee una serie de características o constantes que pudiésemos en mayor o menor medida encontrarlas en diversos líderes.

En primer lugar, el factor carismático aparece inexorablemente, por supuesto, no todo líder carismático necesariamente es populista, y ello es algo que debemos tratar de distinguir para no generar una lectura errónea en la arena política. En segundo lugar, el discurso tendencioso.

e inclinado a la dicotomía de la sociedad es otra variable recurrente en el accionar populista. Frecuentes son las expresiones defender al pueblo y luchar contra los traidores de la patria; aquellas denotan siempre la presencia de una población dividida entre oprimidos-opresores, ricos-pobres, patriotas-traidores. En consecuencia, el líder populista viene con la fiel misión de reivindicar a los más desvalidos (presentándose como un mesías, un redentor o salvador) y erradicar a los traidores. De esta manera, el discurso nunca es inclusivo pues parte del principio que no toda la sociedad merece ser salvada por su mano benefactora.  

Como tercera constante, encontramos la transformación (o más bien deformación) del Estado, evidentemente el populismo no puede sostenerse en un ambiente donde impere la institucionalidad, todo lo contrario, requiere de un entorno de ambigüedad, opresión y estatización, cuestión que indudablemente forja una clara degeneración del sistema democrático. Cabe destacar, que el populismo suele emerger en medio de una crisis del sistema, momento en el cual un outsider (figura externa de todo el aparato político imperante) cargado de la promesa redentora le promete al pueblo la tierra de leche y miel.

Amor, pasión y orgullo se imponen ante cualquier ley y cualquier sentido común, nublan la mirada del “pueblo” y éste actúa en función de la emoción que imprime el líder. El ejemplo más didáctico de todo ello lo encontramos en la decisión tomada por muchos venezolanos al momento de elegir a Nicolás Maduro Moros como presidente, sencillamente porque le habían realizado una promesa a su moribundo comandante Hugo Chávez.

La política Latinoamericana ha presentado fuertes rasgos populistas en las últimas décadas, los factores como la pobreza, la desigualdad, sistemas educativos deficientes, corrupción y promesas inconclusas han debilitado el ánimo de los ciudadanos quienes en muchos casos terminan depositando sus esperanzas en el candidato menos indicado.

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