Todo evidencia que la única ruta que nos llevará a alcanzar la libertad es la del coraje
Editorial #465 – El informe, el TIAR y el diálogo
La noticia más importante de la semana pasada en la región fue el contundente informe sobre Venezuela presentado por la oficina de la alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet.
Lo que ahí se expone es tan tenebroso como demoledor. Resume mucho de lo que en Venezuela sabíamos hace años, pero esta vez lo desnuda ante el mundo, al cual muchas veces le costó creer todo lo que ocurría en el país.
La oficina de Bachelet certificó en su informe las múltiples y generalizadas violaciones de los derechos humanos, sociales y económicos que sufre Venezuela. De manera indiscutible, éste confirma la existencia estos últimos años de centenares de ejecuciones extrajudiciales, torturas o «tratos inhumanos como descargas eléctricas, asfixia, golpizas y violencia sexual para obtener confesiones».
A esa violencia se le suma la violación a los derechos más básicos de los que carecen millones de venezolanos, como el acceso a alimentos, medicina y servicios básicos. La condiciones de miseria que han convertido la realidad venezolana en una tragedia humanitaria hoy están plasmadas en un documento con el sello de la ONU.
No queda duda que el informe es contundente e incluso superó las expectativas que muchos teníamos en su alcance. La reacción de la comunidad internacional no podía ser diferente: indignación y alarma. Sin embargo, de nada servirá esto si eso no se transforma en acción.
Sin embargo, más allá de lo antes mencionado, la pregunta que debemos hacernos es si todo esto ayudará en algo a nuestro verdadero objetivo pronto, que es lograr el cambio en el país. La respuesta corta es no, quizá todo lo contrario.
Desde el 23 de enero se había logrado algo muy importante, poner sobre la mesa un solo tema: debe cesar la usurpación, cualquier otra discusión es posterior. La visita de Bachelet, invitada por el régimen, reconociendo a Maduro como presidente y no a Guaidó, cambió ese escenario.
El informe pone sobre la mesa otros temas que sin duda son graves y que en algún tiempo pueden ser incluso fundamentales para que los culpables rindan cuentas ante la justicia. Sin embargo, a corto plazo, le da a Maduro la oportunidad de mandar «señales positivas» y con esto hacer lo que mejor sabe hacer: ganar tiempo y oxígeno. No faltarán, como lo hizo la misma Bachelet a pocas horas de haber presentado su informe, quienes “aplaudan” las “muestras de buena voluntad” de Maduro y lo insten a que “mejore las condiciones” de los venezolanos, pero en ningún caso para que cese la usurpación.
La otra pregunta que debemos hacernos es, ¿cómo puede influir el informe en Rusia y China, dos de los actores fundamentales que aún sostienen al chavismo en el poder? Si la respuesta es «poco o nada», entonces ese será su impacto real para lograr un cambio en el país.
A mediano plazo el informe de Bachelet será un documento clave para que los responsables rindan cuentas ante la justicia. A corto plazo, su visita solo nos complicó más el difícil camino que tenemos por delante para lograr lo único que verdaderamente puede acabar con tanta barbarie y lograr justicia para las víctimas: la salida del régimen.
Para lograr esto, todo evidencia que la única ruta que nos llevará a alcanzar la libertad es la del coraje. Es por eso que el anuncio que el presidente (E) Juan Guaidó hizo ayer, sobre la próxima aprobación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) es una excelente noticia y debe ser apoyado por todos.
Sin embargo, pocas horas después de este acierto, se informa que el “diálogo” promovido por Noruega continuará esta semana en Barbados. Es un grave error que lesiona cualquier intento efectivo de acabar con la pesadilla chavista.
Es hora de definiciones claras. El futuro del país depende de esto.
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