Vidal corre de atrás y pelea voto a voto

Foto Sandra Hernandez

Axel Kicillof creyó que atacaba con un arma letal cuando propuso un debate público con María Eugenia Vidal, pero en la mesa chica de la gobernadora, lejos de descartarlo, analizan esa alternativa para después de las PASO.

Hacen el siguiente razonamiento: en la mayoría de sus intervenciones, el candidato del Frente de Todos habla sobre la situación de la economía nacional y poco sobre temas bonaerenses concretos. Parece obvio, pero hay que subrayarlo: el puesto que pretende arrebatarle a Vidal no es el de ministro de Economía nacional -área que ya ocupó en los tiempos del cepo, los holdouts y las estatizaciones épicas que ahora generan multimillonarias demandas internacionales-, sino el de la gobernación de la provincia más grande, heterogénea y compleja de la Argentina. Buenos Aires aporta, nada más y nada menos, que alrededor del 40% de los votos nacionales, concentrados dos tercios de ellos en el conurbano -la máquina de pobres que multiplicó en 28 años continuados de gestiones peronistas y que el macrismo agravó- y un tercio en el resto de la provincia.

Si el temario del debate, como es lógico, de hacerse debería girar casi exclusivamente en torno de temas bonaerenses, el staff vidalista respira casi aliviado: la gobernadora recorrió tres veces (y en algunos casos, más; ahora el fixture es agotador) los 135 distritos provinciales . Es un hábito constante y diario desde que asumió bajar a territorios concretos. En kilometraje y en conocimiento in situ de los problemas tan variados que aquejan a la provincia, qué se hizo y qué falta, Vidal le lleva claramente varios cuerpos de ventaja.

Para contrarrestar la estrategia de Kicillof -más mediática y menos territorial; más economicista, menos bonaerense-, Vidal incorporó en algunas apariciones a Martín Lousteau, un par en más de un sentido de Kicillof (ambos fueron ministros de Economía de Cristina Kirchner; los dos empatizan con el electorado más joven) y muy diestro en rebatir con datos la artillería pesada que el candidato opositor descarga sobre la maltrecha economía nacional. También tiene en Miguel Ángel Pichetto un aguerrido refuerzo para predicar a su favor, pero con áspero lenguaje de peronista tradicional.

Crece la polarización en la provincia y ya supera el 80% de la intención de voto. Que Vidal, que corre de atrás, según las principales encuestas, empezó a acercarse a Kicillof lo demuestra justamente el pedido de debate, algo que no es habitual entre los que ya se sienten triunfadores. «No somos banca -prefieren ser realistas cerca de la mandataria- y hasta ahora siempre perdimos en las PASO; por eso tenemos que ganar volumen en la participación para que las PASO se comporten como la elección general y la general, como la segunda vuelta», que en la provincia de Buenos Aires no existe ya que la victoria se le otorga al que gana, incluso por un voto.

Hay dos estrategias antagónicas, pero convergentes, en la forma de comunicar de Vidal: una más edulcorada (onda Heidi, podríamos llamarla), que despliega en redes con sus visitas entre sonrisas, besos y mate; otra más dura (formato «leona», como la catalogan sus incondicionales), que aplica solo como reacción cuando el periodismo la busca para confrontar con opositores. Sus asesores, y ella misma, creen que más que con personas debe confrontar con el estado de abandono en que encontró la provincia al asumir a fines de 2015, pero si le preguntan sobre lo que aquellos dicen sobre ella, suele responder con sobria contundencia.

En ese sentido, resultó un búmeran impensado que, con evidente delay, Cristina Kirchner banalizara la represión al rotular casi de torturador de la dictadura a Luis Novaresio por la entrevista que le hizo hace dos años. Como se recordará, recorrió todos los temas, pero fue muy cuidadoso en sus formas. La mala suerte de la multiprocesada senadora es que hizo su tardío reclamo (del que debió rectificarse al toque por lo disparatado del planteo) justo en la misma semana en que Novaresio sometió a la gobernadora a una exigente entrevista de una hora para nada concesiva y con muchísimas más preguntas, ya que Vidal es más concreta para responder, sin el kilométrico stand up al que es proclive la jefa de Alberto Fernández.

Precisamente, el domingo pasado, ante una pregunta que le hice a la gobernadora en La cornisa, el programa de Luis Majul, Vidal aprovechó para aclarar que habían tergiversado el sentido de lo que le había dicho una semana antes a Novaresio sobre la causa del crecimiento de la desocupación en la provincia. En las redes sociales, no pocos tuiteros K hicieron correr la versión en que ella alegaba que aumentaba porque la población había crecido. Aclaró que nunca había dicho eso, sino que, además de la situación económica, que no desconoce, la desocupación crece porque más gente que no lo venía haciendo sale a buscar trabajo, que no es lo mismo.

La semana cerró para Vidal con otra ayuda impensada de Aníbal Fernández, a quien derrotó en 2015. Entonces «había una publicidad que decía: ‘¿Con quién dejarías a tus hijos: con Vidal o con Aníbal Fernández?’. Yo no se los confío a ella, por ahí se los dejo a [Ricardo] Barreda», dijo por FM Futurock el exsuperministro K. La diputada oficialista Silvia Lospennato llamó a repudiar esa declaración por «violenta y misógina».

Crédito: La Nación 

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