La instrucción pública

Cuando el general Carlos Soublette, héroe de la Guerra de Independencia, era Intendente de la provincia de Caracas en 1822 promovió la constitución de una junta encargada de resolver un tema de suma importancia. Este era la falta de escuelas de primeras letras en Caracas. 

En esa época todavía se podían ver los estragos causados por el terremoto de 1812 y una década de conflagración, no existían locales adecuados para albergar aulas y escaseaban los maestros. Los únicos que tenían acceso a la educación eran los hijos de familias pudientes que contaban con acceso a maestros privados, mientras tanto la inmensa mayoría de padres carecía de los medios para atender los gastos que implicaban la enseñanza. 

A Soublette se le ocurrió reunir a un grupo de vecinos para solicitar su colaboración en el asunto. Deseaba escuchar sus opiniones acerca de la mejor manera de crear escuelas. Celebraron varias sesiones a las que acudieron prestigiosos personajes como Domingo Navas Spinola, Francisco Rivas, José María Salazar, Felipe Limardo y Pedro Pablo Díaz, entre otros. El 14 de Agosto presentaron un texto que sería la primera reglamentación de normas para la enseñanza con los textos a ser utilizados en el proceso educativo.  

En esta establece que en todas las escuelas públicas se aplicaría el método combinado de Bell y Lancaster, así como que cada plantel debería contar con un maestro bien pagado, para que pueda vivir decentemente, sin necesidad de distraer su tiempo en otras ocupaciones que no sean las de la enseñanza. Por eso se le asignaba a cada uno un sueldo de: -1.200 pesos anuales para los que ejercen en Caracas, 1.000 a los de Valencia, Barquisimeto, San Felipe y Guanare, 800 para los de las villas y pueblos restantes.- Según la ordenanza se le recuerda a los profesores la importancia del aseo personal, -en lo que nunca cabe exceso, el maestro pondrá en ello sumo cuidado, tanto en el vestido como en la dentadura, que siempre deberá estar limpia.- 

Otro dato interesante es que se obligaba que en todo momento hubiese un niño apostado en la puerta de la escuela con –una cajita de madera en forma de alcancía.- para recoger contribuciones de vecinos que quisiesen colaborar con el sostenimiento del recinto.

Sobre los libros a ser utilizados y fueron ofrecidos a las escuelas fueron textos de estudios impresos por Valentín Espinal entre los cuales se encontraban el de gramática latina de Nebrija, el tratado de educación de Sabattier y el Catecismo Moral de Joaquín Lorenzo Villanueva. También establece el documento que los exámenes de los alumnos debían ser públicos y podrán asistir como invitados todos los vecinos de la parroquia que así lo deseen para que tengan la oportunidad de presenciar la inteligencia y el aprovechamiento de los estudiantes. 

En dos años se comenzaban a cosechar los frutos de la iniciativa de Soublette en materia educativa con la aparición de distintos tipos de colegios. En los anuncios de los periódicos empezaron a aparecer nuevas ofertas de centros pedagógicos. 

En Mayo de 1824 un agricultor e ingeniero de nombre Juan Díaz funda una academia de aritmética, geometría, trigonometría plana y esférica, cosmografía y náutica o navegación, según los principios de autores como Gabriel Ciscar Bailis y Bezout.  Luego una señora inglesa de apellido Campbell, -deseando ser útil en lo posible al país que vive ofrece al respetable público de Caracas y Venezuela servicios en el interesante objeto de la educación de niñas.- La dama británica ofrecía clases para aprender a leer, escribir, contar, gramática inglesa, ortografía, historia, mitología, geografía con el uso de mapas y globos, así como coser y bordar. También fundaron colegios los señores Feliciano Montenegro Colón, José Ignacio Paz Castillo, Manuel Antonio Carreño y Tomás Víctor Bermúdez, con los nombres “La Independencia”, “La Paz”, “Roscio” y “Caracas”, respectivamente.

Otra labor importante fue la del señor Ramón Aguilar, quien imprimió la traducción del libro “Arte de escribir” del Abate de Condillac, obra pasada al castellano por don Andrés Bello, quien aceptó el trabajo deseoso de difundir estos conocimientos entre sus compatriotas.   

La iniciativa de Soblette tuvo éxito en Venezuela y se vio apoyada por el Congreso de Colombia, cuando el órgano legislativo promulgó la Ley sobre organización y Arreglo de la instrucción pública, un documento que consta de 12 capítulos y, según los entendidos, está considerado como un verdadero código que reúne en su seno todos los ramos de la instrucción primaria. 

Eso sucedió hace más de doscientos años y mire ahora. 

Jimeno Hernández
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