Sería cómico, si no fuera cierto
Editorial #475 – La historia sin fin

El muy probable regreso del kirchnerismo al poder en Argentina nos lleva a preguntarnos, una vez más, ¿por qué nuestros países parecen condenados a volver siempre a los mismos lugares?

Más allá de la respuestas fáciles y equivocadas como esas que afirman que “nos merecemos lo que nos pasa” o que “nunca vamos a poder ser mejores”, creo que lo que recurrentemente sucede en nuestra región –eso de dar un paso adelante para luego volver dos atrás- nos obliga a reflexionar con mayor profundidad sobre qué estamos haciendo mal quienes, en efecto, estamos convencidos que podemos ser mejores.

Para eso, además de poder hacer el diagnóstico correcto de lo que enfrentamos, también tenemos que tener la capacidad de ser autocríticos. Son muchas variables las que hacen que sea difícil superar los modelos populistas porque no es un problema político, sino cultural. 

Quienes creen que para salir del populismo y del socialismo la mejor manera es hacer más de lo mismo, están totalmente equivocados. Ofrecer “planes”, “misiones” y regalos en lugar de esfuerzo y trabajo es la manera de condenar a los ciudadanos a vivir siempre de rodillas y a una sociedad al subdesarrollo. 

En este afán autocrítico, más allá de otras innegables variables, es honesto reconocer que el retorno del kirchnerismo es también producto de algunos errores del macrismo. Haber optado por el camino del gradualismo, manteniendo en gran parte el gasto social a un nivel inmanejable, obligados a cubrirlo con los altísimos impuestos y elevadas tarifas que golpearon directamente a la clase media, fue la peor de todas las equivocaciones. 

El resultado es evidente hoy en un par de ejemplos. Dos de los más importantes logros de la gestión de Mauricio Macri fueron haber pagado la deuda y haber levantado el “cepo” cambiario. Hoy, menos de cuatro años después, el mismo gobierno se vio obligado a pedir una renegociación de deuda y a implementar, nuevamente, un control de cambio. 

Lo peor de todo, si uno lo analiza en perspectiva, no es el fracaso, sino que no había alternativa. Hay un chiste muy contado por estos días en Argentina, en el que le preguntan a alguien por qué no votaría a Macri y responde: “Porque no tuvo la capacidad de arreglar el desastre que dejó el kirchnerismo”. Cuando luego le consultan entonces a quién votará, responde: “Al kichnerismo”. Sería cómico, si no fuera cierto.

No tenemos duda de que algún día romperemos el círculo vicioso del que la gran mayoría de nuestra región aún no ha podido salir. Recién entonces comenzaremos a transitar el camino del desarrollo, el progreso y la prosperidad que tanto anhelamos.

Sin embargo, hasta que eso ocurra, seguiremos caminado en círculos y repitiendo lugares pasados en esta historia que, por ahora, parece no tener fin.  

Miguel Velarde
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