Todo lo que ocurre en nuestra región está relacionado
Editorial #484 – Pesadilla del siglo XXI

La región está sumergida en una crisis que se ha venido expandiendo en algunos casos de forma previsible -como en Venezuela, Nicaragua y Bolivia- y en otros de manera inesperada, como en el caso chileno.

En Perú, a pesar de los múltiples problemas con la corrupción que terminaron con varios expresidentes detenidos y uno muerto, el conflicto social no fue tan profundo y su sólida economía, aunque afectada, logró mantener su estabilidad. 

En Ecuador, en pocos días las protestas escalaron a niveles que obligaron al gobierno de Lenin Moreno a retroceder en sus medidas de ajuste económico y llegar a un acuerdo con los movimientos indígenas que lo pusieron contra las cuerdas. Luego, todo se tranquilizó.

Algo diferente ocurrió en Chile, donde los conflictos comenzaron el 18 de octubre en rechazo a la decisión del gobierno de Sebastián Piñera de aumentar los precios del transporte. Sin embargo, de nada sirvió que después el mandatario chileno retrocediera en su medida, las manifestaciones solo se hicieron más violentas y todavía se dan casi a diario.  

Claramente, lo que en un principio pudo ser un legítimo reclamo de un sector, se  ha distorsionado hoy en un movimiento político que busca desestabilizar al gobierno y tumbar a Piñera. Después de echar para atrás su paquete económico, el gobierno ofreció de todo, incluso la posibilidad de iniciar un proceso Constituyente. Nada es suficiente y el desenlace de esta crisis en el país que hasta hace poco era el modelo a copiar en la región, es aún incierto.

Lo que ocurre en Bolivia es la noticia principal en este momento. Los bolivianos lograron liberar a su país en solo 21 días de protestas masivas, firmes y con un objetivo claro. La renuncia y posterior exilio en México del expresidente Evo Morales abrió la puerta a una transición democrática que tiene que terminar, a la mayor brevedad posible, en las elecciones más limpias en la historia de ese país. 

Esa será la mejor manera de callar a todo el progresismo hipócrita y doble moral de la región que no dice nada de los vándalos que tienen a Chile en llamas, ni de la tiranía que tiene sometida a Venezuela hace 20 años, pero que manipula a su conveniencia lo que ocurre en Bolivia para definirlo como un “golpe de Estado”, cuando lo que en verdad ocurre es la liberación de un pueblo que lucha pero que en ningún momento se ha desviado del camino constitucional.

La realidad es que todo lo que ocurre en nuestra región está relacionado. La mayoría de nuestros países atraviesan la peor crisis en lo que va de este siglo, originada en el proyecto socialista que tomó el poder en algunos y pretende hacerlo en otros.

El Socialismo del Siglo XXI, ahora reagrupado en el Grupo de Puebla, no descansa en su afán de perpetuarse en el poder, o de desestabilizar los países en los que aún no lo han alcanzado. Es por eso que debemos estar alertas de lo que pase los próximos días en Colombia y Brasil, donde no sorprendería que sus gobiernos democráticos también empiecen a enfrentar acciones de desestabilización. 

Sin embargo, así como las fuerzas del mal actúan de manera coordinada, quienes estamos decididos a dar la batalla, sabemos que la lucha por la libertad no tiene fronteras y debemos trabajar unidos. ‬

Hoy es Bolivia, mañana será Uruguay y pronto Venezuela. No podemos descansar hasta lograr rescatar a todas nuestras naciones de las garras del Foro de Sao Paulo y, cuando eso pase, seguir trabajando todos los días para que nunca más ninguno de nuestros países tenga que vivir nuevamente esta pesadilla de la que cuesta tanto despertar.

Miguel Velarde
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