¿Te sabes todas tus contraseñas?
“Evite contraseñas como 12345 o la palabra CONTRASEÑA”. Esto es lo que nos suele recomendar cualquier página actual de internet. Cosa ante la cual uno se pone creativo y acaba colocando claves pegajosas como “hakunamatata”. Y para no complicarse la vida, termina aplicando el protocolo más robusto de ciberseguridad jamás conocido en la historia: Mete la misma contraseña en todos lados.
El problema muchas veces no es ése. El problema llega cuando cada una de las páginas te pide actualizar la contraseña. “Utilice mayúsculas, números y signos”, te dicen. Entonces tu clave evoluciona (o más bien degenera). Cambia de “hakunamatata”, a “HakunaMata7a”, a “H4kun4Mata74”, a “¿SimbaNoTienesMasAmigosEnLaPelicula?”.
Por tal motivo, entonces los portales te simplifican la vida diciendo: “Accede con tu cuenta de Facebook” (haciendo que llegue Don Diego de La Vega y marque toda tu propiedad intelectual con la “Z” de “Zuckerberg”). O si no, terminas creando el tesoro más preciado que todos tenemos en la computadora: el documento que contiene todas nuestras contraseñas. Un documento que escondemos de forma muy celosa, segura y precavida para blindarnos: Lo dejamos en el escritorio de la computadora bajo el nombre de “Contraseñas”.
Hay gente que es más osada. Jamás crea ese documento porque dice: “Para eso están las preguntas de seguridad”. Claro, el tema es que las preguntas de seguridad suelen ser cosas muy obvias de nuestra biografía. Cualquiera que nos medio conozca, puede saberse las respuestas. Por eso hago un llamado a todos los asesores de seguridad cibernética para que generen preguntas de seguridad muchos más complicadas. Cosas como:
¿La parte más peluda de tu cuerpo es la derecha o la izquierda?
¿Al bañarte empiezas con jabón o champú?
¿Usas espejo para afeitarte?
¿Termino medio, tres cuartos o bien cocido?
¿Desodorante en gel o roll on?
Aunque si de verdad quiere evitarse la creación del fulano documento de las contraseñas, genere claves con cosas que nadie relacionaría con usted. Si usted es del Barsa, ponga “Madrid”. Si usted es Nicolás Maduro, ponga “SoyDeDerecha”. Si usted es Donald Trump, ponga “Humildad”. Si usted es Kardashian, ponga “Virginidad”. Y si usted es un reguetonero malandro con prontuario criminal, coloque “DaleAlegriaATuCuerpoMacarenaEeeeehMacarenaAaaah”.
Si no, puede agarrarse de una empresa famosa e ir cambiando sus contraseñas según las marcas que tiene dicha empresa. Si hizo esto con Apple, entonces ha podido garantizarse años de seguridad con contraseñas como “iPhone1”, “iPhone2”, “iPhone3”… (hasta que se dio cuenta de que era muy frustrante escribir esta contraseña desde un Xiaomi).
Como ve, el tema de las contraseñas en internet ha progresado tanto, que ya nadie sospecha de lo obvio. Es como esconderse billetes en el cuerpo. Si un ladrón moderno viene a atracarnos, buscará el dinero directamente en las medias, la ropa interior o los zapatos (haciendo que el sitio más seguro para esconder nuestro dinero, hoy en día, sea el bolsillo delantero del pantalón). Así mismo sucede con las contraseñas de internet. Las hemos evolucionado a niveles tan sofisticados como “B0B3sponja4877**”, que ya nadie sospecharía si usted guarda sus tesoros informáticos con claves básicas. Por eso, la próxima que le pidan crear una contraseña en internet, ponga la clave más segura que alguien jamás podría tener actualmente en internet: “12345” o la palabra “contraseña”.
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