No sólo ganó el Deportivo Táchira

El sábado pasado se llevó a cabo la final de la temporada 2021 del Fútbol Venezolano. Desde el punto de vista deportivo, el “justo” vencedor fue el Deportivo Táchira, pero aquí la acepción de la palabra justo no se refiere a justicia sino a ajustado. 

Caracas y Táchira fueron, sin duda alguna, los dos equipos más competitivos y constantes de la larga temporada que recién terminó. Ambos líderes indiscutibles en sus grupos de la fase previa, llegaron a la gran final acechados por el buen desempeño del Monagas  y en menor medida del Lara. 

En medio de las restricciones sanitarias y la incertidumbre general, la Liga diseñó y ejecutó un esquema nuevo de competición, tres grupos regionales con hasta cuatro enfrentamientos con cada equipo, con la idea de reducir grandes desplazamientos, con sus costos y riesgos asociados. La fase final se realizó también pensando en las múltiples clasificaciones a competencias internacionales, lo que generó muchos partidos decisorios y emociones hasta el último minuto.

La Gran Final, como fue muy bien comercializada, terminó enmarcando al gran clásico del Fútbol Venezolano, los dos equipos más laureados llegaban a un único partido al Estadio Olímpico de la UCV, que se ha convertido en el centro futbolístico del país luego de ser remozado. 

La verdad sea dicha, no fue el partido más estético ni atractivo de la temporada. Numerosas interrupciones y desaciertos marcaron la pauta de los 120 minutos. Muy poco se jugó en las áreas, los porteros no tuvieron exceso de trabajo. Y esto hay que entenderlo como la consecuencia del buen trabajo táctico del profesor Tolisano, quien pareciera que asumió la ligera superioridad del rival en cuanto a creación y dinamismo de juego, y apostó muy inteligentemente por el desgaste y la desarticulación del equipo rojo. Es imposible asegurar  que la expulsión de Bonsu en el minuto 79 fuera determinante en el resultado, pero sí hubo un cambio drástico en los planteamientos del Caracas. El profesor Chita hizo ajustes orientados más hacia el control de daños y pensando en la prórroga, ingresando a dos jugadores de corte defensivo como Moreno y Villanueva. 

La cancha se inclinó ligeramente a favor del conjunto atigrado, llenó los espacios eficientemente y basculó el balón tratando de sacar ventaja a un Caracas disminuído física y mentalmente. No le quedó otra al equipo capitalino que aguantar vehementemente atrás y buscar contragolpes con Akinyoola, quien fue neutralizado en todo momento por el bloque defensivo aurinegro, la clara consigna fue nunca dejarlo voltear con balón dominado y espacio, pues conocían su velocidad e irreverencia. 

La tanda de penaltis fue un fiel reflejo del tiempo reglamentario, Caracas fue de más a menos y Táchira mantuvo su solidez, sin grietas. Nada más que agregar, la final fue tan pareja que se terminó definiendo por los detalles embebidos en la tanda de penas máximas. 

El otro ganador fue claramente la Liga Futve, con un despliegue logístico y mediático pocas veces visto en nuestro balompié rentado. Hasta cinco televisoras, cuatro de ellas nacionales, transmitieron el partido. Los 14 mil asistentes quizás sumen la mayor concentración deportiva de los últimos tres años en Venezuela. En definitiva una jornada deportiva y sin violencia, que permitió cerrar con broche dorado el año futbolístico venezolano. 

Solo queda desear suerte a todos los equipos criollos que participarán en las competiciones internacionales en el 2022 y mencionar otros actores de lujo que nos dejó la temporada como la capacidad ofensiva de Ortiz y Celis, la fe colectiva de Hermanos Colmenarez y el entusiasmo de Metropolitanos. 

Gracias a la Liga Futve por devolvernos la alegría y la ilusión de disfrutar nuestro fútbol.

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