Cacri

Apenas logramos sacar la fotografía: los dos perros tienen por hogar las instalaciones deportivas que incluye un paseo madrugador y juguetón por el campo de fútbol.  Ayudan a los vigilantes en las faenas matutinas y vespertinas, pero quedan en la noche durmiendo en cualquier rincón del edificio administrativo.

La pareja feliz en cuestión, luce distinta a la que tiene por casa un taller mecánico.  La grasa y el sucio suelen envolverlos, quedando para ladrar en las largas noches detrás de los portones.

Otro privilegiado es el acompañante de los viejos o jóvenes de la calle, protectores de los perros con los que privilegian una relación de acendrado afecto. Miran a la distancia a sus pares abandonados, antes, favoritos en el seno de una familia que ahora los deja por ahí faltándoles el alimento.

Los animales domésticos han padecido inmensamente la crisis socialista, aunque los pocos que gozan de las comodidades de un enchufado no suelen ser una liga de callejeros con criollos (cacri). Al respecto, siguen una larga tradición iniciada quizá en las más lejanas bonanzas petroleras.

Ya casi es imposible sostener una consulta privada del veterinario que, inevitable, cierra las puertas del consultorio.  Excepcional, la llamada Misión Nevado cumple una extraordinaria labor, donde la hay.

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