No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes
Muchas personas como yo, no disponen de tiempo para hacer más de 4 horas de cola para adquirir productos, y, en mi caso, además del tiempo interviene un conflicto que se me desata vinculado al merecimiento, no siento ni creo merecer esto; nací acá, me formé, estudié con mucho esfuerzo, he sido una persona honesta por principios y ahora en esta tierra que nací ¿debo mendigar por comprar comida? Y si a esto le sumas los numerosos casos de atracos en esas colas pues ni hablar.
La otra opción que es comprar en el mercado negro mejor conocido como bachaqueo, lo cual también me indigna, es algo así como un atraco sin armas, donde un producto que cuesta 200 Bs te lo venden a 2.000 Bs aproximadamente pienso que esto es aprovecharse de la necesidad del prójimo incrementando el valor de adquisición en un 1000%, pero muchos lo hacen para poder contar con esos productos tan indispensables de nuestra dieta alentando de esta manera este sistema de estafa alimenticia y, que ocurre también en otros rubros como el farmacéutico.
Es cierto que nos hemos puesto creativos, ya descubrimos por ejemplo las arepas de yuca, de plátano, de batatas, etc. pero sigo extrañando mi arepa de maíz y ¿sabes? No me acostumbro… Antes me parecía tan normal prepararlas, hacerlas, compartirlas con amigos y familiares que no lo veía como algo tan importante; esto reafirma el dicho de la sabiduría popular: “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”
Ver los anaqueles tan surtidos, decidir la marca que queríamos comprar; ahora cada vez que voy a comprar alimentos me deprimo, se me arruga el corazón y me debato en una lucha de sentimientos internos que se me generan tratando de no detestar a los creadores del odio y la miseria, y más allá a los que los respaldan conectados en sus propias miserias y odios.
Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde… hasta la familia se ha desmembrado, los más jóvenes se van del país buscando otras tierras para cumplir sus sueños y disfrutar de eso que una vez tuvimos, las salidas de noche, las arepas de madrugada, que han sido sustituidas por un toque de queda autoimpuesto a tempranas horas de la noche…
Extraño esa época en que nos ilusionábamos y ahorrábamos para comprar un carro, una casa, hacer un viaje… y ahora es casi un imposible.
Extraño la hermandad del venezolano, el ver tantas caras felices, las cuales muchas se han teñido de rabia, dolor y desesperanza.
Extraño tanto la fuerza militar tan respetuosa, sobre todo hacia las damas y ahora me indigno al ver cómo le entran a patadas y a tiros a las personas que reclaman sus derechos sin distinción de género… claro que como en todo en la vida hay diferencias individuales pero el hecho que haya miembros de esas fuerzas armadas que lo hagan con total impunidad (porque incluso son filmados) me genera tanto dolor e impotencia; y si, uno no sabe lo que tiene hasta el momento en que lo pierde.
Extraño a esa Venezuela donde nací, te extraño mi bonita, te han teñido de odio, de dolor, de frustración y de muerte, siempre te amé pero ahora que todo ha cambiado entiendo con más fuerza que pude valorarte más, porque uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Mis hijos me piden irnos de esta tu casa y cuando sienten mi dolor al evaluar dejarte, me dicen que yo extraño lo que viví no lo que existe ahora, y sí, yo te sentí pujante, gloriosa, amorosa y me lleno de ilusión pensando que podemos recuperarte.
Dios permita que podamos lograrlo y te prometo que valoraré más cada experiencia contigo, te amo mi Venezuela, gracias por tanto, perdónanos.
- ¿Te afecta la presión social? - 11 septiembre, 2022
- ¿Cómo mantener una actitud positiva? - 29 agosto, 2022
- Que se ocupe el karma - 25 agosto, 2022