LA RULETA RUSA DE LA REVOLUCIÓN-RELIGIÓN
Por María Teresa Urreiztieta
“Esa gente hoy pone corazón, mañana demandará cultura y conocimiento…”
José “Pepe” Mujica, 8-3-2013
Se desató el fuego abrazador a la hora de todas las horas: La muerte dio su estocada final desafiándonos, como nunca antes, como sociedad, como pueblo, como país. El profundo dolor de la pérdida del líder de la revolución bolivariana ha anegado los corazones de sus seguidores, y en un mar turbulento de ardientes pasiones y dolores, se ha volcado el pueblo a la calle a despedir al que ahora es el “padre infinito”, “el héroe”, “el cristo de los pobres” “el libertador del siglo XXI”, la nueva evita de sus corazones.
Las consignas, repetidas una y otra vez durante los actos fúnebres del duelo colectivo, revelan la no aceptación de la muerte del que era invencible e infinito, reforzando apuradamente la necesaria presencia inmaterial e inmanentedel que ahora se sabe ausente: «Chávez vive, la lucha sigue”; “Chávez somos todos”; “Chávez te amo para siempre”; “Chávez soy tuyo, todos somos tuyos”; “Chávez, corazón del pueblo”. Entrega abnegada, amor eterno, sacrificio y muerte, fidelidad por siempre al líder, incondicionalidad con la causa redentora, cristo socialista, patriotismo exaltado, revolución. He aquí algunos de los ingredientes de la nueva religión civil, profana, cercana. Religión que ya sabemos sancionada, ratificada cuando alguien en la radio se atrevió a decir en estos días: “Para mí, primero está Chávez y después está Dios”.
Convencido de su momento histórico, el líder consiguió atar al pueblo a su voluntad y delirio salvador, se entregó por completo a su gesta construyendo día a día, de manera muy concienzuda, el altar de su gloria, de la gloria del pueblo, mientras promovía el “Amor con amor se paga” apoyado en una poderosísima e influyente maquinaria de propaganda. Logró conquistar así los corazones y las conciencias de las mayorías. No sólo logró conquistarlas, sino también colonizarlas promoviendo una conciencia acrítica a favor del mantenimiento y defensa-“por encima de lo que sea”-,de la revolución bolivariana y de los intereses del partido de gobierno en el poder, los cuales se hacen interpretar como los intereses del pueblo.
Como la ideología no alcanzó, no bastó, se apeló a la religión, a la construcción mesiánica del líder, a la construcción del mito utilizando la fórmula mágica del recurso del “amor”en política. Ese amor se comenzó a expresar de todas las formas posibles: cantando, abrazando, besando, tocando, bailando, orando, brincando, llorando, derramando ríos de sentimientos sobre las audiencias… lo cual ha decantado en el paroxismo emocional, muy sentido sin duda, de estos días. Se impone y consolida así, exacerbado por el duelo y la construcción perversa del mito(que embalsaremos para dotarlo de más eternidad y presencia), una revolución-religión que pretende remediarlo todo, conquistarlo todo, colonizarlo todo: La vida, las mentes, el universo, la muerte.
¿Hacia dónde nos conduce esta ruleta rusa de la revolución-religión? La historia nos ha mostrado de diversas maneras las terribles tragedias humanas y los abismos ético-políticos en los que terminan sucumbiendo estos laboratorios colectivos que utilizan el amor y la religión como dispositivo de conquista, de colonización de la subjetividad colectiva. Amor-religión que se vuelve tan sectario, tan exclusivo de y para sus seguidores, que termina convirtiéndose en un instrumento de opresión, de exclusión, de persecución y apartamiento de aquellos que no comulgan con sus preceptos, rituales, líderes y dogmas. Es el ideal de pureza, del que nos habla Zigmunt Bauman, que se ha instalado peligrosamente entre nosotros imponiéndonos un nuevo orden al cual debe someterse hasta la historia.
Por ello volvemos a recordar a Pablo Freire, quien nos advirtió que esta conciencia acrítica, dominada por la emoción y sostenida por la esperanza mesiánica, puede hacer que el pueblo pase de una forma de conciencia oprimida a otra, más sujetada al poder ejercido para la dominación y no para la emancipación. Convencida como estoy de que no hay revolución sin revolucionados, sin conciencia crítica y pensamiento propio; sin cultura y conocimiento de su condición rendida; que no hay revolución sin praxis de la libertad contracorriente que desafíe todo aquello que la ate, la arrodille, que vaya en contra de todo aquello que infantilice al pueblo frente a un padre, lo masifique y le dé órdenes… por todo eso, hoy más que nunca, debemos cuidar la esperanza y la libertad para ser fermento de nuevos espacios de convivencia y paz democrática. Es el gran desafío que tenemos todos los venezolanos en esta hora crucial.
@mturreiztieta
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