LOS MUÑECOS DE CERA VIVIENTES

Por Valeria Reglá

 

embalsamados 1No se me ocurre pensar ni por un segundo que el embalsamiento fue una decisión improvisada del gabinete o la familia Chávez; Hugo tenía planes para Venezuela hasta el próximo centenario y sus preparativos fúnebres no fueron la excepción.

 

La verdad es que aunque nos haya tomado desprevenidos, si vamos al punto no resulta tan sorprendente, no es el primero ni será el último caso de la historia en el que un líder popular es sometido a éste proceso tras su muerte y exhibido. Pero lo que resulta más curioso es que todos lo que han pasado por esto están del mismo lado del charco ideológico.

 

Usualmente los gobernantes autoritarios indistintamente de dónde estén parados, comparten un sinnúmero de características, cuando se da una dictadura, llegado un punto ya ni siquiera se trata si es de derecha o izquierda. En ambos casos se censura la libertad de opinión y se toman los medios, se hacen persecuciones políticas, aparecen casos de desaparición forzada de personas, se toman las instituciones y adecúan los diferentes poderes del estado acorde a la administración de turno, y la constitución y el resto de instancias de leyes jerarquizadas se flexibilizan de acuerdo al proyecto planteado. Una de las grandes diferencias entre ambos casos, es que mientras la derecha tiende abrirse más al mundo (dígalo ahí der Führer, invadiendo Europa con todo en pleno siglo XX), la izquierda se hace más hermética y hasta el flujo de información se restringe, o es que ¿Acaso alguien ha oído algo de la política doméstica norcoreana en los últimos 50 años?

 

Una de las semejanzas más marcadas es el culto a la personalidad. Pero específicamente, aquellos de tendencias socialistas en adelante, han adoptado –no creo que casualmente- el embalsamiento como tradición fúnebre, y mi teoría es que tiene que ver específicamente con ése respecto, la admiración a la idea de inmortalidad. Sin importar que haya fallecido embalsamados 2en los años 20, hoy en día cualquiera puede visitar a Lenin en Rusia y apreciar cómo fue conservado, tener un contacto frente a frente con el líder de la revolución bolchevique y el fundador de la URSS. Más adelante lo siguió su sucesor Josif Stalin, a quién se le atribuyen de manera directa e indirecta cerca de 30 millones de muertes de rusos (ninguna muerte es más importante que otra, pero mientras la historia castiga justamente a Hitler y su holocausto, Stalin difícilmente es enjuiciado tan severamente).

 

En la lista añadiremos figuras trascendentales en la segunda mitad del siglo XX, tal y como lo fueron Eva Perón, quién murió de cáncer a los 33 años habiéndose convertido en vanguardia de los movimientos feministas de América Latina, conocida por sus planes sociales para los sectores pobres de Argentina a mediados de siglo, y por haber armado al pueblo para defender a Juan Domingo Perón, también embalsamado tras su muerte en 1974. El cadáver de Evita fue sacado del país tras el golpe de estado a Perón en 1955, y mientras unos afirman que fue devuelto en 1973 cuando Juan Domingo regresó al poder, otros aseguran que fue profanado y destruido, y crearon esa leyenda urbana para alentar el fervor del peronismo.

 

Ho Chi Mihn fue el líder de Vietnam del Norte (Vietnam comunista en la guerra de Vietnam) y al morir fue embalsamado para su preservación, y expuesto en un mausoleo construido embalsamados 3con la finalidad de eternizarlo en la historia. Y finalmente no hay muchas más diferencias en los casos de Mao TseTung, líder comunista chino revolucionario, o Kim II Sung, presidente vitalicio de Corea del Norte, a cuya imagen hoy en día no se le puede dar la espalda bien seas nacional o extranjero, porque la pena se paga con un promedio de 3 meses de cárcel.

 

La técnica mortuoria ha estado acompañada de una necesidad imperante de inmortalizarse en la historia, de permanecer como líderes fijados en tiempo y espacio; no sólo la historia mantiene vivo el relato, sino que el cuerpo sigue teniendo un lugar físico en la vida diaria. Lo más preocupante de éstos casos, es que en absolutamente todos ellos, los líderes lograron el objetivo inicial, la persistencia. Siguen siendo la viva imagen de los modelos de política a los que se aspira por más obsoletos o caducados que sean, la fuerza popular impulsó los mitos urbanos hasta convertirlos en leyenda. En cualquiera de los países nombrados, esos siguen siendo los líderes máximos, y nada nos dice a nosotros que ése no es el destino que le queda pendiente al futuro de la concepción política venezolana, aunque bien podrían cuidar el muñeco de cera de Chávez, no vaya a ser que le pase como a Perón, y un día hayan profanado el cuerpo y sus manos se perdieran para siempre; gajes del oficio.

 

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