UNA ELECCIÓN PRESIDENCIAL CON MUCHO EN JUEGO
Por Felipe Vallejos
La campaña más corta y polarizada de la historia reciente de Venezuela. Así se puede resumir la contienda electoral que lidera el presidente encargado, Nicolás Maduro, y el opositor Henrique Capriles Radonski, que será sometido a votación popular por tercera vez en seis meses, tras su derrota en octubre a manos de Chávez, su victoria por la gobernación de Miranda y el nuevo intento por llegar a Miraflores.
La resaca electoral no termina de desaparecer cuando vuelve el proselitismo, en medio del luto nacional por la muerte de Hugo Chávez en marzo pasado, según informó el gobierno venezolano, que ha empleado al máximo el recurso de la sintonía que Chávez tenía con el electorado, así como la construcción de un mito tras su desaparición física, lo que podría traducirse en votos que puedan darle la victoria a Maduro.
Las últimas encuestas dan al ex canciller una ventaja de alrededor de ocho puntos por sobre Capriles, lo que le daría la victoria encadenada a una presidencia con más obstáculos que aciertos.
La violencia, la situación económica y el modelo insostenible de las misiones, son solo algunos de los problemas que esperan al nuevo ocupante de Miraflores para el período 2013-2018, que probablemente siga bajo las riendas del chavismo, amado y odiado, nunca con intermedios.
El aparato estatal y el tiempo son enemigos de Capriles; la boca y la ausencia de carisma, son los de Maduro, que nunca pronunció tantas veces la palabra “Chávez” como ahora, sabiendo de antemano que es su carta ganadora sobre la oposición venezolana.
El 14 de abril no habrá tiempo para más. Aventuro una permanencia chavista en Miraflores, aunque con escaso margen de acción ante el ahogo de la deuda externa y una precariedad económica que se ha transformado en una bomba de tiempo.
Nicolás Maduro tiene un arma de doble filo: perder y llevarse consigo la primera amargura electoral del chavismo, o ganar, y asumir un gobierno enlodado por un gasto alarmante e insostenible.
Capriles, de perder, tendrá que construir un nuevo proyecto político, atado por dos derrotas presidenciales, aunque no puede olvidar que Lula, el mismo que ha elogiado, tuvo que pasar por el mismo calvario. Y de ganar, no tendrá otra Luna de Miel más que la atención a problemas nacionales urgentes bajo la presión de un chavismo que se juega mucho más que el puesto presidencial.
Hablemos @felipevallejos
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