Lluvia de habitación

No todos nacimos para los días soleados, la ausencia del sol no es sinónimo de infelicidad, porque cuando llueve me gusta tomar café, andar en calcetines, metida bajo mis sábanas, viendo series y peliculas, disfrutar de la soledad en casa, del sonido rico y fascinante de la lluvia y nada es más perfecto que eso, pero sin duda nada se compara a cuando llueve en mi habitación.

Las yemas  de mis dedos curiosas, me dibujan, trazan y recorren, formando vacilantes circulos, con mi epidermis en el punto maximo de su sensibilidad, en el interior de mi entre pierna, el rocio cálido que resbala mis dedos, el sonido chirriante de paso,de  entrada y de salida, que dejaba al descubierto los placeres más pronfudos de mi ser, sin morales, sin culpas, solo amor ylibertad.

Deseo desnudo que llovía en mi cuarto, eliminando los desiertos del prejuicio, espantando la razón, volando mientras el sudor como cascada, va bajando gota a gota por mi cuello y mi espalda, el rayo de mis manos apretando el centro de mi centro, el trueno de un orgasmo que se repetía en la intensidad de una tormenta, diluvio indetenible que contados con mi mano alguna vez lograron.

Conocerse es una tarea de sinceridad con uno mismo, de tacto sin apuros, de desinhibirse y ver llover sin paraguas, pero se puede con espejos, con ambas manos, incluso con lo que provoque la imaginación, después de todo suelen decir que » la vida no es esperar a que pase la tormenta es aprender a bailar bajo la lluvia» pero a mi me gusto tanto bailar bajo mi lluvia, que muy de vez en cuando ocasiono la tormenta.
Lluvia 

La habitación se lleno de nubes

se evaporaba la lujuria entre el calor de mi piel

que erizada sudaba 

mientras me amaba,te amaba y te pensaba

 inspirabas las ganas

condesación de mi erotismo mientras me tocaba

y mi imaginación volaba a tu encuentro

precipitación de mis cinco sentidos 

activos que te nombraban

en mi cama se empaparon las sábanas

sin necesidad de paraguas

tormenta deseada, provocada y creada.

Mis dedos los remos que danzantes sobre mi

ombligo bajaron por el camino

sin medición, ni prejuicios

llovió en la recamara

llovió de mi sexo

llovía en mis manos

orgamos excelsos.

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