UN PAÍS DE MINORÍAS

Por Javier Ignacio Alarcón

 

Ev’rybody’s talkin’ ‘bout Revolution,

Evolution, Masturbation, Flagellation,

Regulation, Integrations, mediations,

United Nations, congratulations 
All we are saying is give peace a chance

John Lennon

Give peace a Chance

 

 

021314aLa mayoría democrática es una ilusión, no tiene un correlato en la sociedad.  Lo que parece una unidad sólida en los votos, para bien o para mal, es un conjunto de minorías que, eliminando las diferencias que existen entre ellas, se unen por lo que consideran una causa común. La discriminación a la “minoría” que pierde en unas elecciones es, por lo tanto, el punto más débil de la democracia, donde revela de manera más evidente su carácter ilusorio.

 

El comentario de Jorge Rodríguez sobre el reconocimiento de las mayorías y las minorías no hace más que confirmar que, en una democracia absoluta, los perjudicados son las minorías, las personas y sus particularidades. La paradoja se hace más compleja cuando tomamos en cuenta que la “minoría”, en este caso, es casi igual a la “mayoría”. Por lo tanto, aún si omitimos las acusaciones de fraude y aceptamos que las instituciones funcionan perfectamente, el resultado que dio el CNE revela una contradicción: somos un país de minorías encontradas, incapaces de reconocerse las unas a las otras.

 

La abulia política de Venezuela tiene tiempo alimentándose de la monotonía, aceptando y/o apoyando una política que se disuelve en la cotidianidad. Creo que el principio fundamental de la política, más allá de la democracia, es la crítica. Una democracia donde no exista la crítica, donde las personas se mantengan estáticas frente a un sistema que se muestra corroído, es tan mala como cualquier otro modelo político. Es en este sentido que he dicho que la anti-política es una forma auténticamente democrática: en tanto que cuestionamiento de la “política” aceptada u oficial, es una crítica necesaria al modelo establecido.

 

El problema que enfrenta el país es la monotonía, la incapacidad aparente de afirmar valores que vayan más allá  de una zona de comodidad que todos, chavistas y opositores, habitan. El escenario político cambiará sólo en la medida que seamos capaces de abandonar esa comodidad y ver más allá de nuestro horizonte ideológico. Todo principio político y moral es cuestionable y, por lo tanto, debe ser cuestionado. Como dijo Unamuno, fe que no duda es fe muerta.

 

Pero la duda no debe paralizar al individuo, debe moverlo hacia el auto cuestionamiento y así, moverlo a hacer lo que considera correcto (aún si no está seguro). Si este momento político nos plantea una paradoja, debemos enfrentarla, en mi opinión, desde la misma contradicción. Si dejamos que la abulia política paralice a la “minoría”, a cualquier minoría, la mayoría ilusoria construirá su propio absolutismo en el que los individuos quedarán suprimidos.

 

Hace tiempo que he dejado de creer en la “política”, pero, al mismo tiempo, he aprendido a creer en la gente. No en EL PUEBLO o en LA HUMANIDAD, sino en las personas que conozco, con quienes comparto la vida de manera directa o indirecta. Es por eso que creo en el cambio. Son las personas quienes podrán ver cómo el sistema falla y podrán cuestionarlo y señalarlo. Esto no es una visión pesimista, la crisis que enfrentamos nos obliga a movernos y a buscar el cambio. A cuestionar las instituciones y las formas ideológicas que encontramos corruptas, no sólo las del otro, sino también las propias.

 

El cambio, como han dicho tantos, comenzará  en las personas, sólo así se moverá hacia eso que llamamos “la política”. Sólo así la mayoría dejará de existir como absoluto y las minorías reaparecerán en el mundo.

 

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