Crítica a la ideología como «falsa conciencia»

Las ideologías son discursos que promueven falsas ideas (o » falsa conciencia «) sobre los contenidos de los regímenes políticos en los vivimos. Estas ideas, tomadas como irrefutables por la población, ayudan en la reproducción del status quo existente, llevándonos a lo que Umberto Eco describe como: «La fuerza de la falsificación». Para que los sujetos crean en una ideología, debe ser presentada a ellos, como un derecho social que merecen bajo cualquier circunstancia sin pensar en los problemas que eso acarrearía en las políticas sociales. Criticar un discurso como ideológico implica tener acceso a la verdad en su narración, y observar sus connotaciones populistas, y plantar su falsedad ante el público.

Žižek encaja con los críticos sobre este modelo de la «conciencia falsa» de la ideología. El propone en cambio que para entender la política de hoy necesitamos una noción diferente de pensamiento. En una variación típicamente audaz, la posición de Žižek es que el consenso generalizado de hoy de que nuestro mundo es post-ideológico da voz a lo que él llama la fantasía «archideologica». Las posiciones ideológicas son siempre lo que la gente imputa a los demás (para la izquierda de hoy, por ejemplo, la derecha son los embaucadores de una u otra mentira noble sobre la comunidad en general; y para la derecha, la izquierda son los inexpertos con el discurso de igualitarismo utópico, discurso que llevara al colapso económico y moral.)

Cinismo ideológico y creencia

Las ideologías, como discursos políticos, están allí para asegurar el consentimiento voluntario de la servidumbre. La representación genérica de personas, sobre políticas o arreglos gubernamentales impugnables. Los sujetos sólo aceptarán voluntariamente seguir uno u otro acuerdo ideológico si creen que, al hacerlo, están expresando su subjetividad libre.

Esto es por supuesto, un falso sentido de la libertad. Podría ser una instancia política de lo que Hegel llamó una apariencia básica. Es un error pensar que, para que una posición política gane el apoyo de los pueblos, necesita lavar los cerebros y crear así autómatas sin pensamientos. Cualquier ideología política exitosa siempre permite que los sujetos tengan y aprecien una distancia consciente hacia sus ideales y prescripciones explícitas o lo que se conoce como «desidentificación ideológica».

Trayendo la teoría psicoanalítica de Lacan a la teoría política de Žižek, se puede argumentar que la actitud de los sujetos hacia la autoridad revelada por el cinismo ideológico actual se asemeja a la actitud del fetichista hacia su fetiche. Este fetiche tiene la peculiar forma de una negación: «yo sé bien que (por ejemplo) el zapato es sólo un zapato, pero, sin embargo, todavía necesito a mi pareja para disfrutar del zapato.» Según Žižek, la actitud de los sujetos hacia la autoridad política evidencia la misma forma lógica: «sé bien que (por ejemplo) Nicolás Maduro no siempre actúa justamente, pero sigo actuando como si yo no supiera que este es el caso.”

Esta es una de las razones por las que Žižek, en el lenguaje técnico que hereda (a través de Lacan) del estructuralismo, dice que las palabras más importantes en cualquier doctrina política son «significantes sin significado» (es decir, palabras que no se refieren a un concepto claro y de objeto demostrable).

Los regímenes pueden sólo asegurarse un sentido de identidad colectiva si sus ideologías gobernantes ofrecen a los sujetos una comprensión de cómo su régimen se relaciona con lo que excede, suple o desafía su identidad. Esta es la razón por la que Kant analiza lo sublime en la crítica del juicio, como un análisis de una experiencia en la que se desafía la identidad del sujeto.

Según Žižek, todas las ideologías políticas exitosas representan objetos nobles postulados por discursos populistas. Estos objetos sublimes son lo que los sujetos políticos toman como palabras centrales en su régimen, junto a cosas extraordinarias como Dios o Comandante Supremo, para trasgredir con leyes morales ordinarias. Lo que las ideologías políticas hacen, precisamente, es proporcionar a los sujetos una manera de ver el mundo según el cual tal incapacidad puede aparecer como testimonio de cuán trascendente o grande es su nación, Dios, libertad, y así sucesivamente por encima de lo ordinario o profano del mundo.

El objetivo de cada discurso ideológico es elevar su apariencia política particular (acerca de lo que es justo y mejor) hasta el punto en que pueden reclamar en nombre de eso y dar voz o representar el conjunto político (por ejemplo: el pueblo). Con el fin de lograr esta proeza política, Žižek argumenta, que cada grupo debe tener éxito en la identificación de su perspectiva con los objetos extra-políticos, creando el conjunto de ideas necesarias que darán cuerpo a la cultura; (por ejemplo: «el interés nacional», «la dictadura del proletariado «). O bien, debe suplantar los objetos sublimes de las ideologías anteriores con nuevos objetos. En las monarquías absolutas, el llamado cuerpo «segundo» o «simbólico» del rey ejemplificaba paradigmáticamente objetos políticos tan sublimes como la fuente incuestionable de autoridad política (el individuo particular que era rey, era impugnable, pero no hacia el papel del soberano en sí mismo).

La forma más elevada de ideología no reside en ser atrapado en la espectralidad ideológica, olvidándose de sus fundamentos reales en la gente y sus relaciones, sino precisamente en pasar por alto esta realidad de la espectralidad, fingiendo dirigirse directamente a personas reales con preocupaciones reales. Por ejemplo; a los venezolanos se les entrega una caja de comida con un discurso que les explica que el mercado está siendo atacado por fuerzas “ocultas” de la derecha americana, afectando la producción nacional, esta es la ideología en su estado puro.

El nivel esencial de la ideología no es una utopía que encubre el estado actual de las cosas, sino la de una ilusión (inconsciente) que estructura nuestra conforme situación social. Y a esta altura, por supuesto, residimos lejanos a ser una sociedad post-ideológica. El camino cínico es sólo una manera – una de muchas fórmulas – de cegarnos al dominio estructurador de la utopía ideológica: inclusive si no tomamos las entidades en serio, y aunque conservemos una distancia irónica, puede que aún estemos bajo una ideología.

Fuente:  Žižek, Slavoj. The Sublime Object of Ideology 

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