Documentar lo vivido

Fotografía: LB, Turmero, estado Aragua (05/12/2015).

Nada obvio, el venezolano de todos estos años ha acumulado una experiencia completamente inédita en relación a las generaciones precedentes.  El régimen que, al fin y al cabo lo es, logra diluir el contraste por las urgencias y tensiones que impone, procurando neutralizar toda reflexión crítica; generar la poderosa ilusión de una  normalidad ya secular, apenas alterada por las denuncias de un asedio imperial; y versionar el pasado mismo, en provecho de nuestra generalizada indiferencia hacia la memoria histórica que ya afecta al propio ámbito doméstico.

Aceptemos, por lo menos, en cien años, no hubo un directo referente familiar que confrontase una situación semejante a la que actualmente padecemos, añadido el exilio forzado por enteras circunstancias económicas y sociales.  Abuelos – incluso – muy lejanos y  de nombres definitivamente olvidados, jamás tuvieron que considerar y tomar decisiones de supervivencia, como las que ahora dramáticamente nos convocan, tendiendo a la desmembración familiar y a la misma pérdida de la afectividad e identidad.

Frecuentemente, los psicoanalistas hablan de un registro de lo real y de lo imaginario, con sacrificio de lo simbólico en el sistema capitalista. Empero, esta elemental aproximación, nos permite deducir que, bajo la dictadura socialista, menos aún es posible explicarnos genuina y personalmente la realidad que nos disloca.

Una inmensa, contundente e irrefutable mayoría de los hogares, es necesario subrayarlo, está sumergida en una catástrofe humanitaria, sufriendo – además – los rigores de la censura y de la represión, frente a una ínfima minoría armada y adinerada que incluye a sus agradecidos servidores.  Por ejemplo, la hiperinflación es  un dato que va más allá de lo económico, minando nuestro patrimonio psíquico, en procura de la resignación tan necesaria al poder establecido que, por lo demás, constantemente reinterpreta un peor pasado que nos  obliga a agradecerle nuestra propia existencia en un presente excedido de presente.

Tradición oral aparte, disponiendo de los recursos tecnológicos sobrevivientes, es necesario dejar un testimonio documentado de lo vivido a las generaciones sucesivas para iluminar el camino y  evitar  – en todo lo posible –  la misma piedra. Metaforizado el porvenir, significa desanudar el amasijo de cables de alto voltaje para  luego reemplazarlos por un adecuado tendido eléctrico, siendo indispensable reconstruir nuestros pasos – haciendo memoria – por más que nos prometamos una poderosa lámpara capaz de barrer toda huella de amargura.

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