7 hobbies que descubrí en la cuarentena
Este aislamiento ya parece una secuela de suspenso en donde cada noche, antes de dormir, nos dice: “CONTINUARÁ”. Por ello, hay que tomársela a la ligera. A mí esta cuarentena me agarró absolutamente SOLO y una de las maneras que he encontrado para lidiar con ella, es ver mi casa como un parque temático compuesto por las siguientes atracciones:
ADIVINA QUÉ HACEN LOS VECINOS DE ARRIBA: Mis vecinos de arriba parecen jugadores de fútbol americano haciendo teletrabajo. O instalaron una cancha de bowling en el apartamento para pasar la cuarentena. Gracias a ellos me he convertido en “adivinador de ruidos”. Entre siete y nueve de la noche como que hacen crossfit casero. Ya de diez en adelante, solo escucho un golpeteo constante y con la misma cadencia. Claramente es sexo. ¡Y eso me frustra! No porque yo esté solo, sino porque confirma la máxima ley que nunca mencionó Freud: “Todo desempeño sexual apreciado a lo lejos siempre superará, en creces, al desempeño propio”.
CONTAR PELEAS MARITALES: El Coronavirus logra cosas inauditas. La pareja que vive frente a mí peleaba a cada rato, pero desde que entramos en cuarentena se la llevan de maravilla. En cambio, la pareja de viejitos que siempre se ve de lo más tierna en la calle, ahora vive peleando. Aunque tienen una forma muy racional de pelear. Parecieran discutir sin dejar de hacer lo que están haciendo. Entonces van intercambiando palabras bajo el mismo tono y volumen, cual si fuesen robots:
- Anciana -dice él.
- Idiota -responde ella.
- Marica.
- Mal parido.
- Impotente.
- Frígida.
Antes me reía de ellos, pero ahora entiendo algo: parece ser la fórmula idónea para durar cincuenta años de casados.
RESPIRAR CON EL TAPABOCAS PUESTO: Unos corren con pesas en los pies, otros con paracaídas amarrados a la cintura, otros jalan trineos llenos de maquinaria. Aunque la forma más económica para desafiar tu resistencia, es ir a hacer mercado con un tapabocas puesto. Algo más asfixiante que abrazo de tío gordo que tiene tres años sin verte. Pero si deseas llevar este reto a un nivel “ultra”, ponte el tapabocas y practica todas las poses del “Kamasutra” (eso me lo contó el vecino de arriba).
BOTAR LA CASA POR LA VENTANA: lo peor que uno puede hacer ahorita, es sentirse pobre. Por ello, todos los días me dedico a botar la casa por ventana. Así tengo una excusa para salir un rato y recogerla de nuevo.
ESPIAR A LOS VECINOS: El balcón se ha convertido en mi televisor 4K HD con Nintendo. Allí me asomo, selecciono a alguno de los vecinos que siempre veo, pongo un palito de madera sobre el marco de la ventana y comienzo a jugar a que es un joystick con el cual controlo todos sus movimientos.
HABLAR CON EL VECINO DE VENTANA A VENTANA: Son tres metros los que separan la ventana de mi cocina con la de otro de los vecinos. Ya hemos entablado una amistad tan sólida, que desplegamos un sistema de tendederos para comunicar ambas ventanas. Ahora, en las noches, ponemos allí tableros de Monopolio, Ludo o Scrabble y vamos moviendo el tablero según a quien le toque. La condición única es que el perdedor se queda con la peor parte: el reto de no echar a perder el tablero mientras lo desinfecta con agua y jabón.
BOTAR COSAS VIEJAS DE LA NEVERA: Descubrí productos que estaban olvidados al fondo de ésta. Hace unos días saqué una salsa de tomate vencida en 1987. Otro día limpié el congelador y vi dos pilas grandes y viejísimas tamaño “D”. Lo bueno: las pilas se recargaron. Lo malo: me dejaron una llaga en la lengua cuando probé si estaban cargadas. Lo peor: Ya no hay ningún aparato en la casa que las necesite.
Es así como gracias a estas atracciones, para mí la cuarentena pasó de ser una película de suspenso a una película de comedia. Aunque sigue siendo secuela al fin, así como este artículo. Razón por la cual anuncio de una vez que esta lista de hobbies… “CONTINUARÁ”.
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