¿Haces planes?
La vida es lo que sucede mientras hacemos planes de lo que vamos a hacer…seguro te ha pasado y
el choque suele ser duro, unos más fuertes que otro.
Recién me acaba de pasar una vez más, estaba ahorrando para unas reparaciones que debo hacer
en casa y planificando que este sábado llevaría a mi hijo a almorzar a un restaurant espectacular
con motivo de su cumpleaños, incluso reservé la mesa, ¡Era un hecho! Tanto que hasta
seleccionamos lo que pediríamos de comida y bebida.
El lunes, cuando manejaba para ir a mi trabajo mi camioneta comenzó con un ruido horrible por lo
que me dispuse a salir de la autopista y dirigirme al taller mecánico pero ese plan también falló, se
apagó, no pude llegar como lo tenía previsto sino en grúa.
El daño fue mayúsculo, se dañó la bomba de agua y por consecuencia de dañaron las cámaras y el
motor, un presupuesto de reparación inmenso que excede los ahorros que les comentaba de
reparación de la casa además de quedarme a pie por un mes aproximadamente.
El desasosiego, la tristeza, la frustración me invadieron por lo que acudí a la fuerza más grande, la
de la oración donde le suplicaba a Dios (mientras me mantenía a la espera del presupuesto del
mecánico) lo siguiente: que la reparación fuera rápida, en el menor tiempo posible y que la
camioneta quede bien.
Mis oraciones pareciera que no fueron escuchadas ya que el monto superó en gran medida al
aproximado que me dio y el tiempo resultó muy largo, un mes, máxime considerando que mi
trabajo está a más de 40.km de mi casa.
Conversé con un amigo que quiero mucho y que dedica su vida a Dios intentando comprender por
qué mis oraciones no fueron escuchadas y me dijo:
«Por algún motivo, que descubrirás en el futuro próximo, Diosito permitió lo que te acontece, pero
ten por seguro que al haberlo puesto en oración será lo que más te conviene aunque ahora
parezca todo lo contrario.»
Me quedé reflexionando con sus palabras entendiendo que si Dios lo permitió es que hay una
razón de ser, me agrade o no, y que lo que pedí no pudo ser porque no es el camino previsto.
Desde la fe es más saludable el poder comprender que muchas veces las situaciones son las que
son y que nada ganamos con resistirnos, que el verdadero arte de crecimiento personal y
espiritual es aprender a confiar y fluir con lo que ocurre, tal cual dice el dicho: si del cielo caen
limones aprende a hacer limonada.
Con este escrito no quiero restar importancia a la planificación, es maravilloso hacerlo, tener un
norte, trazar planes de acción pero sin perder la flexibilidad, soltando esas ansias de control que
tanto daño hacen y entendiendo que la vida puede cambiar en instantes más allá de lo
planificados que seamos.
Tampoco quiero referirme a qué no duelan ciertas cosas que pasan, esas emociones hay que
vivirlas, así como me tocó asumir por ejemplo la perdida de mi madre con solo 9 años. Las
emociones de hecho existen como maestros de vida y hay que darles cabida, hay que
experimentarlas, aprender de ellas y gestionarlas para no quedar atrapado en ellas.
Hagamos planes si pero con la conciencia clara que pueden voltearse en un momento y que hay
que aceptar esos giros de la vida con la certeza que tienen una razón de ser aunque no lo veamos
de momento y que desde la fe es más fácil no solo superarnos sino crecer y convertirnos cada día
en la mejor versión de nosotros mismos.
Autora del libro "Amores en tiempos de Internet"
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