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Últimos Artículos
Punto y seguido
							  por Beatriz Muller						
						
							En una llamada telefónica me dices que quieres escuchar perversiones, que te las diga, pero no siempre puedo hacerlo porque el idioma en el que soy perversa no es el que tú entiendes. Nuestras perversiones no necesitan palabras porque se dicen							
						
					María
							  por Beatriz Muller						
						
							María me seduce con sutilezas y atrae mi atención de forma inmediata. Recostada del espaldar de la silla resume su vida con nuestro primer café y yo le cuento parcamente la mía con los codos puestos sobre la mesa y las							
						
					Sabiendo lo que queremos
							  por Beatriz Muller						
						
							Señora divorciada viva conmigo, sea un poco joven y recupere unos años a mi lado. No hable más de su exmarido ni a mí ni a nadie porque nos cansa a todos. Quítese la camisa  y camine de la cocina al							
						
					Cual mandamiento
							  por Beatriz Muller						
						
							Para amarte borro la obscenidad de mis faltas y las horas son relámpagos cuando nos encontramos. Muerdo, rasguño y pellizco tu cuerpo alternando el peso y tú buscas con la boca el lado izquierdo de mi cuello. Parados frente al vestidor							
						
					No hay más palabras
							  por Beatriz Muller						
						
							El jueves siete de agosto no había despertado con la intención de buscarte; la vida sin ti era normal, incluyendo los grandes torbellinos emocionales a los que me enfrentaba de vez en cuando y de los que lograba salir decididamente. Te							
						
					El borde de tu oreja
							  por Beatriz Muller						
						
							La lengua sale de la boca y roza con la punta el borde de tu oreja, entra y se mueve, sale y baja, lame tus labios, acaricia el cuello mientras los dientes muerden. En otra latitud del cuerpo las manos aprietan							
						
					Conmigo
							  por Beatriz Muller						
						
							Último sábado de Enero y comienzan a asomarse unos rayos de sol. La luz sale y se vuelve a esconder por la indecisión de un día nublado, blanco y fresco que a media mañana tiene cara de estar amaneciendo. Los perros							
						
					Azul
							  por Beatriz Muller						
						
							Nos sentamos en la orilla de la churuata con los pies colgando a un metro del agua que nos separaba por los cuatro lados de una fortaleza de árboles. Detrás de ella estaba todo lo demás: la gente, el peligro, la							
						
					Los temblores de su piel
							  por Beatriz Muller						
						
							La grama suaviza el piso seco y duro en el que nos recostamos a las cinco y cuarenta y tres de la tarde. Comienza a sentirse el frío y es su excusa para acercarse un poco más mientras cierro los ojos							
						
					








