Viajando por la Vertiente Norte de Marissa Arroyal

0 VIAJANDO-POR-LA-VERTIENTE-NORTE 1

El viaje comenzó cuando entré en la Librería de Sur que está en la estación de Plaza Venezuela, un huequito pequeño tras el cual se encuentra la magnífica universalidad que existe al cruzar la puerta de cualquier buena librería, “no quiero nada, tranquila”, dije esa vez pensando en que ya tenía demasiados libros por leer, y resultó ser que tras varios bocados de un almuerzo vegetariano, en uno de esos escondidos lugares de Caracas (de los que le dan ese toque tan maravilloso a mi querida y mal querida ciudad), un poema, unos versos de una antología poética y ¡zaz!, ¡yo quiero ese libro!

 

Meridiano del Sol

La antología de Marissa Arroyal es una composición de obras publicadas entre los años 1982 y 2008, reúne las publicaciones Arcana (1982), Vertiente Norte (2001), Guaraira Repano (2004), Estación Petare y otros poemas (2008), y una disertación inédita  titulada La casa del aljibe. El libro es en su totalidad una exquisitez de delicada naturaleza, que deja al descubierto a una mujer romántica hacia lo que existe y la rodea e incluso, me atrevería a decir, sabia para discernir dentro de cual saco acobijarse en medio del mundo que gira a su alrededor. El poemario Vertiente Norte, sobre el cual me referiré en este artículo, ganó la mención de honor en la V Bienal de Literatura Mariano Picón Salas, de la Universidad de Los Andes en el año 2001, apenas un laurel dentro de los varios reconocimientos por sus obras.

 0 VIAJANDO-POR-LA-VERTIENTE-NORTE 2

La vertiente norte

De plata y lapislázuli
la libélula
única alhaja de esta
pálida mañana

Desde la sencillez y la brevedad que guarda gran similitud con la forma de poesía japonesa «hai kai», género del cual son muy conocidos los «haiku», Marissa Arroyal da a luz sus líneas, capaces de exponer la sublimidad de las cosas más humildes y sinceras del mundo, un libro quizás incompresible para la metrópolis que va siempre corriendo a todas partes creyendo tener un rumbo, para llenarse de él habría que salirse de esta última a través de sus páginas, entre las cuales la autora expresa la maravilla de vivir junto con el tiempo, a la par de él mientras va siendo, en lugar de estarlo apurando, no hay reloj, nos hace volver a la era preindustrial donde los días y los momentos no se cuantificaban en horas, minutos y segundos. La delicadeza en la estructuración de los poemas, desde título hasta los signos de puntuación que haya o no haya, es el sentimiento en sí, capaz de transmitir la amplitud del universo.

Entre colores, paisajes y elementos la naturaleza emerge de sus manos y se forja en sus letras, que se vuelven el paisaje mismo, el momento mismo, termina uno descubriéndose, sin querer, a medida que se va leyendo, cuando cada verso va armando en la mente una imagen, una fotografía que se asocia a la memoria y pare un sentimiento lejano de madera, un recuerdo oculto que quiere nacer de nuevo, un nombre, una esperanza. La Vertiente no es solo la tierra que se inclina cuando crece, es también la apariencia que se tiene de algo desde un punto de vista, esta obra es ver lo difícil como maravilloso, lo doloroso como poderoso, es hacer la vida eterna entre sus páginas de suelo fértil; toca al alma y hace al corazón replantearse todo el orgullo y los temores que a veces maquina, haciéndonos ceder a soltarlos tras el arriesgado estado del cambio, la voluntad de hacer algo que signifique así cueste, dar el paso sabiendo que uno puede caerse pero sabiendo también que, sea lo vaya a ser, será extraordinario.

El libro permite, una conexión espiritual que invita a la reflexión de nuestro lugar en este mundo, somos creadores, sí, pero ¿es entonces que somos el centro de lo que existe basándonos en nuestra cualidad de seres racionales y transformadores, tal como lo expresa el pensamiento moderno, o somos espléndidos mensajeros de un mundo y una realidad que están más allá de nuestras limitaciones humanas?, sobre esto, los escritos expresan poderosamente quiénes somos de una manera tan simple y hermosa.

Paso
repleta de cicatrices

atisbo
tras las máscaras de la multitud

modulo
la única

secreta palabra que aún retengo

¿Qué ha sido para mí la Vertiente Norte?, tal vez ver la mano que socorre desde arriba en los detalles que se aprecian entre la enredadera, es vivir la vida en su plenitud, es descubrimiento de una alternativa más a este modo de seguir una corriente agotada, que finalmente desemboca en una consecución de temores cotidianos, viles causantes de un estrés destructivo, generadores de miedos y soledades, y que terminan por desconectarnos de los demás y del mundo. Vertiente Norte ha sido como una mañana en un pueblito encaramado en una de las montañas del bonito Caripe, como un cuerpo desnudo, como cuando después de tanto tiempo sin verle me doy cuenta que, después de todo, si me gusta su sonrisa por volverme a la vida. Esta obra resulta en la conexión del yo, la naturaleza y el mundo superior que se muestra ante nosotros en los aprendizajes; esta obra ha sido capaz de volverme lo que no recuerdo que soy cuando la cotidianidad contemporánea me sume a ser una más entre los demás.

Me empapo de rocío
para afrontar el alto camino

el acoso del sol
a los que aún no son

traslúcidos

La poesía de Marissa Arroyal nos enseña que basta con ser lo que uno es desde el punto de engranaje donde no se es egoísta, no hay que tener todas las respuestas, porque el acto de vivir es una corriente constante de preguntas y dudas de las que no hay garantía que puedan ser resueltas, pero que no por eso se deja de estar vivo, sino todo lo contrario; es hacer poesía de lo que se sabe y de lo que no, con la humildad que es tan parte de este mundo como el orgullo, pero que a diferencia de éste resulta sanadora.

Con qué furor retoña la tempestad
en los surcos anegados

bate el mar contra estas costas
y con la sal se esponjan las piedras

¿de qué brillo es la nostalgia?

Capaz de recordarnos que queremos aunque no nos quieran, que soñamos pero no solos, nos encontramos entre sus líneas así como quizás, me da por imaginar, ella se encontraba a sí misma cuando las escribía, podría citar perfectamente a C. S. Lewis, “leemos para saber que no estamos solos”. Yo diría que Vertiente Norte es como un canto de esperanza al recordarnos también que todo será bueno al final, pero para estar conscientes de ello hay que cambiar la vertiente.

En el gris
que se esfuma y espesa
la danza de las lagartijas
precipita

un azul

Finalmente me queda por decir que en las palabras de Marissa Arroyal no está la salvación, pero creadores como ella me recuerdan que debo buscarla.

 

Marissa Arroyal

Nacida en Uruguay y nacionalizada venezolana, la autora de Vertiente Norte, además de ser escritora, es ecologista y editora, realizó estudios de filosofía y ha participado en los talleres de creación poética de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello y del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Por sus obras ha sido galardonada con el Premio Certamen Mayor de las Artes y las Letras, Premio Internazionale di Poesia Nosside, XXI Premio Único Bienal Latinoamericana Canta Pirulero y obtuvo las Menciones de Honor en la Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra y en la Bienal de Literatura Mariano Picón Salas. Es autora de los libros infantiles Los Tropitrolls y La montaña que vino del mar, así como también formó parte del grupo de escritores que redactó los textos de ficción de la colección Wepia (Alfaguara – El Nacional).

Bibliografía y referencias:

  1. Arroyal. Meridiano del Sol. Antología poética (1982-2008). Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas: 2011.

Marissa Arroyal Ordeix. Letralia. Artículo en línea, disponible aquí:

Barbara Uzcategui
Últimas entradas de Barbara Uzcategui (ver todo)
(Visited 394 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras