Hasta pronto, Zizou

Cuando toda la prensa española e internacional esperaba por el desenlace político del gobierno ibérico, Zinedine Zidane lanzó una bomba que nadie esperaba. El propio Presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, se veía afectado y todavía fuera de si, a pesar que sabía la noticia desde la noche anterior.

Zidane llegó al banquillo blanco sin credenciales de entrenador, salvo una corta estancia en el Castilla y su experiencia como asistente de Ancelotti. En total sólo 30 meses de experiencia en la dirección técnica, prácticamente un imberbe para asumir el timonel del equipo más laureado del mundo y en un momento de mucha tensión después de la salida intempestiva de Benitez.

Con sueldos y egos a niveles estratosféricos, la plantilla del Real Madrid requiere de una dirigencia de mucho nivel y con un equilibrio quirúrgico de inteligencia emocional para mantener al equipo motivado, enfocado y ganando. Siempre digo que el mejor entrenador es el que mantiene contentos a los once jugadores, pero a los once que menos juegan. Esa fue una de las características del galo, esquemas de rotación y mucho diálogo y negociación con todos los jugadores. Desde su llegada, Zidane mantuvo buenas relaciones con la plantilla, con la directiva, con la afición  y hasta con la prensa. Cada vez que comparecía ante los medios parecía estar más allá del bien y del mal, con su media sonrisa respondía a todas las preguntas y zanjaba cualquier polémica, construyó un muro invisible entre la plantilla y el exterior. Salvo los lunares de James y Bale, todos los jugadores crecieron profesionalmente y fueron felices con Zidane. Desde Ramos, con quien compartió vestuario en el 2005 hasta su hijo Luca, crearon un verdadero equipo, sólido, ganador, compacto.

Ni el Zidane más optimista se imaginó que conseguiría un trofeo cada 16,5 partidos, algo realmente increíble.

Con muchos detractores que se basaban en la ausencia de habilidades tácticas, Zidane respondió con resultados contundentes, moviendo las fichas de manera óptima.

Tan inteligente en la cancha como jugador, Zidane pudo percibir el cansancio de la plantilla en este año. Más allá de la salida temprana de la copa del Rey y la lejanía con el Barcelona en la lucha por la liga, el desempeño del Madrid en la Champions League no fue el mejor, fueron pasando de ronda en ronda gracias a la fortuna, a la chapa de campeón y a errores de los rivales, quizás intimidados por enfrentar al rey de Copas europeas. Zizou supo que era obligatorio hacer renovación drástica de plantilla, pues el nivel competitivo de varios pilares blancos no es el mismo y hay que apartarlos, medidas muy antipáticas que en caso de no hacerlas y correr la arruga, enrarecerían el ambiente en Valdebebas y traería como consecuencia una debacle deportiva.

Y él, fiel a la humildad que lo caracteriza, no se siente capaz de realizar ese cambio y mantener el buen nivel, a tal punto que renuncia teniendo contrato vigente hasta el 2020 de más de 20 millones de dólares. Al igual que cuando se retiró como jugador en el 2006, Zinedine Zidane deja claro que no está ligado al fútbol por el dinero, que a él lo mueven otros motivos.

Deja unos zapatos muy grandes para quien venga a asumir el rol técnico y su forma de despedirse nos transmitió que es un “hasta luego”, quizás para volver como técnico de su selección francesa para ir a Qatar 2022. Au revoir Zizou!

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