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Cuando sea grande

Jimmy Barclays era un niño curioso y ensimismado, que vivía con sus padres en una casa en el campo, una casa tan grande que los jardines parecían infinitos y los vecinos no existían o no podían otearse en el horizonte. Su

No debí asistir a su boda

Un día antes de casarse civilmente con un joven al que conoció en el campus de la universidad de Berkeley, estudiando una maestría de negocios, Valentina invita a Sofía, su mejor amiga de toda la vida, su amiga desde los primeros

Jaime Bayly: «Huir de un huracán para caer en otro»

Cuando anunciaron que el huracán Dorian se había fortalecido al punto de llegar a categoría 4, se dirigía viciosamente a las Bahamas y, de cumplirse los pronósticos, podía golpear las costas de la Florida a la altura de Palm Beach, no dudé en

Jaime Bayly: El triunfo de los hampones

Termino de ver la serie El patrón del mal que recrea la vida del narcotraficante colombiano Pablo Escobar. Cuando lo matan a balazos, siento pena por él, me digo que debió entregarse a la justicia como hicieron su hermano Roberto, sus socios, los

Jaime Bayly: «La sabiduría de los árboles»

Era un sábado soleado en Buenos Aires. Perduraba en el aire la sospecha o la certeza de que el futuro sería un inventario de desgracias. Alguna gente me preguntaba si la derrota en octubre era inevitable y yo ponía cara de

Jaime Bayly: «Terremoto en Buenos Aires»

El vuelo a Buenos Aires, nueve horas desde Miami, se me hizo corto porque leí un libro estupendo de Renato Cisneros, «Algún día te mostraré el desierto», y vi capítulos de «El patrón del mal». Con buenos libros y buenas series,

Jaime Bayly: «Perdón por la terquedad»

Llevaba meses sin pasar por Lima. Era un viaje corto, de apenas dos días, para presentarme en la feria del libro, anunciando un libro de cuentos, «Yo soy una señora». Como se trataba de una visita fugaz, mi esposa declinó acompañarme.

Jaime Bayly: «La fuente de la felicidad»

Leo llegó hace poco más de un año. Yo no quería tener un perro en mi casa. Me oponía resueltamente. Temía que no me dejase dormir. Mi esposa no me hizo caso. Lo trajo de todos modos. Leo es ahora mi

Jaime Bayly: «Tantos locos juntos»

No es fácil venir a Seattle. Desde Miami, es un vuelo de seis horas, en un avión pequeño, sin grandes comodidades. Tampoco fue fácil convencer a mi esposa para viajar a Seattle. Ella quería volver a Los Ángeles. Adora esa ciudad.

Jaime Bayly, sobre el arresto del ex presidente Alejandro Toledo: «El hombre que negaba a su hija»

El ex presidente peruano Alejandro Toledo ha sido arrestado en su casa de Palo Alto, California, acusado de recibir sobornos por más de treinta millones de dólares. Lo acusan los ejecutivos de la constructora brasilera Odebrecht, que le pagaron esos sobornos,

Jaime Bayly: «Mi hermana, la pícara»

Desde muy niña, cuando era gordita y remolona en los estudios, mi hermana Carolina mostraba una inquietante fascinación por el dinero. No tenía sensibilidad por el arte, como mi hermana Dorothy, ni pasión por la política y los deportes, como yo.

Jaime Bayly, sobre los triunfos que llevaron a Perú a la final de la Copa América: «Volver a ser un niño»

Era un sábado lluvioso en Miami. Nuestro vuelo a Los Ángeles debía salir a las seis de la tarde. El partido de fútbol entre Perú y Uruguay comenzaría a las tres y media. Para no perdérnoslo, llegamos al aeropuerto a las

Jaime Bayly: «Las playas del deseo»

Mi mujer es extraordinariamente atractiva. Tiene apenas treinta años. Corre varias millas todos los días. Va al gimnasio sin falta. Cuida su dieta. Se mantiene en espléndida forma. No tiene dos kilos de grasa. Como es natural, siendo tan llamativa su

Jaime Bayly: «El loro procaz»

-Quiero que el loro esté hablando cuando regrese de viaje -dijo Dorita Lerner viuda de Barclays, antes de despedirse de sus empleadas domésticas y dirigirse al aeropuerto de Lima, donde tomaría un vuelo a Madrid. El loro había sido capturado recientemente

Jaime Bayly: «El verano soñado»

Nuestra hija Zoe, de ocho años, ha salido de vacaciones de verano en el colegio. Mi esposa y yo fuimos a buscarla a la escuela. Al vernos, corrió con alegría y nos dio un gran abrazo. Se siente liberada. Ya estuvo

Jaime Bayly: «Gente que pide favores»

Un hombre bajo, corpulento, venezolano, de formación militar, con cara de bonachón, me cita en un café cercano a mi casa, bajo la promesa de darme información valiosa sobre la dictadura de su país. Bastante renuente, porque no me gusta salir

Jaime Bayly: «El vendedor de ilusiones»

A menudo nos ocurre con los políticos algo parecido a los que nos pasa con nuestras antiguas parejas. Decepcionados de aquellos, nos preguntamos: ¿cómo pude haber confiado en esa persona? ¿Cómo pude votar por ella? ¿Cómo no me di cuenta de

Jaime Bayly: «Mi corazón es un volcán»

Al terminar el almuerzo, en el restaurante donde comemos todos los días, tomo dos tazas de café expreso. Sin ellas, no encuentro bríos para escribir durante la tarde, encerrado a solas en mi escritorio. Un día sin escribir es un día

Jaime Bayly: «La felicidad sin esfuerzo»

Era un sábado por la tarde. Estábamos en Lima. Habíamos viajado a esa ciudad para asistir a la boda de María Luisa, una íntima amiga de mi esposa. El clima parecía insuperable: sol radiante, una brisa bienhechora que subía del mar,

Filosofía del suicida

Todo suicida es una criatura desesperada, al borde del abismo. Sea por una enfermedad incurable o una ruina económica, por una pena de amor o una deshonra insoportable, el suicida considera que la vida que tiene por delante será un sufrimiento tan
Guayoyo en Letras