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¿El gobierno o yo?

El inefable Barclays, escritor fantasmagórico, se pregunta: ¿Quién cuida mi salud cuando estoy sano? ¿El gobierno o yo? Porque estar sano, mantenerme saludable, cuesta dinero, no poco dinero. ¿Quién paga las cuentas farmacéuticas de mantenerme sano? ¿El gobierno o yo? Las

La negra bandera de la muerte en mis pulmones

El inefable Barclays, periodista de televisión, escritor en franca decadencia, podría quedarse en casa, no ir a trabajar y no salir todas las noches en su programa de televisión. Otros periodistas del canal donde trabaja, asustados por el insidioso avance de

Iré a tu fiesta, aunque me cueste la vida

El trabajador centroamericano, Marcelo, inmigrante indocumentado, fanático religioso, padre de cinco hijos con la misma mujer, se encontraba limpiando los techos de la casa de Barclays cuando se distrajo para hablar por teléfono, se resbaló y cayó aparatosamente, dando un alarido.

El fútbol, esa religión

Cuando Barclays era un niño y asistía al colegio inglés, ya era adicto al fútbol. Durante los recreos, jugaba al fútbol con tanta pasión que, al mismo tiempo que perseguía la pelota y la pateaba con extraña delicadeza, relataba a gritos

Las guerras del fin del mundo

El periodista Jimmy Barclays conoció al escritor Vargas Llosa en un restaurante de comida china, al que Vargas Llosa tuvo la gentileza de invitarlo. Barclays, con dieciocho años, publicaba una columna diaria de opinión política, «Banderillas», en el diario «La Prensa»

Vendrá una catástrofe

Barclays tenía dos tíos a los que no veía hacía muchos años, tantos como trece: Peter Barclays y William Barclays. Los vio por última vez en el sepelio de su padre, hermano mayor de ambos, a quienes desdeñaba por igual: a

El amigo de mi padre

Pocas semanas antes de que estallaran los disturbios callejeros en Santiago de Chile, agitados por turbas de vándalos enmascarados quemando estaciones del metro y saqueando comercios ante la abulia de los cuerpos policiales que habían recibido la orden de no reprimirlos,

La maleta escondida

La esposa de Barclays, Silvana, regresó del gimnasio y sentenció: -Tenemos que cambiar las alfombras de mi cuarto. Son un asco. Renuente a toda reforma doméstica o redecoración de la casa, enemigo de que personas extrañas entrasen en esa casa donde

¿Qué esperas para besarme?

El inefable Barclays, estrellita presumida de la televisión, conoció a Shakira, cantante colombiana de formidable talento, hace veinticinco años. Barclays ya era famoso por su programa de entrevistas que se emitía desde Miami para las televisiones de América. Era delgado, tímido,

La guerra de los Barclays

Cuando Barclays tenía veinte años, ganaba tanto dinero en la televisión, donde se exhibía como una estrella narcisista, torturando minuciosamente a los políticos con entrevistas punzantes, que se daba el lujo de vivir en el mejor hotel de la ciudad, en

La codicia es una planta trepadora que no muere

Cuando la señora Dorita Lerner viuda de Barclays cumplió ochenta años, repartió la mitad de su fortuna entre sus hijos. Ahora se arrepiente de haber sido tan generosa. Temerosos de que viviera hasta los cien años o más, pues gozaba de

La novia y el cubano

Faltando dos semanas para casarse ante las leyes de los hombres y ante las más severas leyes de Dios, Julia, que era atea, pero deseaba complacer a su novio, que era creyente, sufrió un repentino ataque de nervios y viajó sola

Los regalos envenenados

De regreso en su apartamento, tras cenar en casa de su madre, Barclays y su esposa escudriñan con espíritu crítico los regalos navideños que han recibido. En tono quejumbroso o burlón, la mirada crecientemente desdeñosa, desatada la lengua viperina, Barclays, el

La monja atea

Después de doce años recluida en un convento carmelita como monja de clausura, Delfina del Mar despertó súbitamente una madrugada, temblando de frío, con la inquietante certeza de que Dios no existía. Estoy perdiendo mi tiempo en este convento que parece

El argentino errante

Avergonzado de su país por el fracaso en la guerra de las Malvinas, harto de vivir bajo una dictadura militar, el argentino convenció a su esposa de probar suerte en otras tierras, vendió su apartamento en Buenos Aires a precio de liquidación y

El catador de chocolates

El escritor exchileno Arturo Belano y el escritor experuano Jimmy Barclays se conocieron en Barcelona, hace más de veinte años. Muy joven, Belano había escapado de la dictadura militar chilena y malvivido como poeta clandestino, siempre con hambre, experto en hurtar

Las orillas del rencor

El proceloso mar de las casualidades los arrojó a las orillas del rencor y los rebajó a la ínfima condición de enemigos. Niños curiosos, de familias pudientes, Barclays y Bedoyita fueron amigos en el colegio inglés más exclusivo de la ciudad.

Dámelo todo

Pía no hace honor a su nombre: se ha vuelto atea. No siempre fue atea. En su niñez y adolescencia, era la más devota del colegio. Todavía preservaba la fe religiosa en la universidad, donde estudió leyes. Dos hechos desgraciados pusieron en

Los genios

Con apenas quince años, Jimmy Barclays entró a trabajar como practicante al diario La Prensa porque su madre, Dorita Lerner, preocupada por su conducta díscola, quería que hiciera algo útil durante las vacaciones escolares y era amiga del director del periódico, Arturo Salcedo,

El escritor que se invitaba a sí mismo

Escritor itinerante, periodista de verbo inflamado, hombre de derechas liberales, libertarias y libertinas, sospechoso de fumar marihuana a hurtadillas, Jimmy Barclays, ya cincuentón, llega a Santiago de Chile, después de tres años sin visitar esa ciudad. Va a presentarse en un
Guayoyo en Letras