EDITORIAL #150: VENEZUELA SIN CHÁVEZ

 

Chavez-lluvia-EditorialCon la muerte del expresidente Hugo Chávez, Venezuela cierra una de sus épocas políticas más tumultuosas. No queda duda de que Chávez marcó una era con su estilo y liderazgo, no solamente en su país, sino también en la región. Su presencia los últimos 14 años fue tan  absoluta que el espacio que hoy deja será muy difícil de llenar. Esto es una mala noticia, especialmente para los que aspiran a sucederlo en el poder.

 

Chávez fue un personaje que era amado u odiado, pero que no podía ser ignorado. Nada de esto fue casual. Su estrategia no solamente era política, era una estrategia de vida. Para él no habían grises, era “rojo” o negro. Y su esfuerzo logró los frutos que su revolución tanto necesitaba para afianzarse en el poder: polarizó el país de tal manera que lo dejó partido en dos mitades pero con una gran diferencia entre ellas: la mitad chavista contaba –y aún cuenta- con todo el poder del Estado y los recursos económicos que éste provee.

 

Ahora el país tiene uno de los retos más grandes que haya enfrentado: la reconciliación. Algo que parece muy poco probable a corto plazo, especialmente si se analizan los primeros mensajes de Nicolás Maduro como líder del proceso y de varios de los voceros más influyentes del chavismo. Todo indica que la estrategia para mantenerse en el poder será radicalizar aún más sus posiciones para cohesionar su base frente a una oposición que luce débil y desconcertada. Además, al parecer tampoco tendrán reparos en seguir irrespetando la Constitución de acuerdo a su conveniencia. Lo que los venezolanos deben entender es que ni la felicidad más grande ni el dolor más profundo pueden ser argumento para violarla.

 

En la oposición, se observa un liderazgo cuya mejor estrategia parece ser el no tenerla. No es nueva la decisión de no confrontar al adversario. Así fue de cara a las elecciones del 7 de octubre y 16 de diciembre pasadas. Si ésta se mantiene, no debería sorprendernos que los resultados de las próximas elecciones presidenciales del 14 de abril sean iguales a los últimos. Lo que un sector del liderazgo opositor debe terminar de comprender es que ninguna estrategia electoral puede ser más importante que la defensa irrestricta de la Constitución. Es cuestión de valores, se trata de principios.

 

Venezuela debe reinventarse, hoy sin Chávez. Quienes lo seguían, seguramente intentarán mantener su recuerdo vivo por el mayor tiempo posible, pero el peor enemigo que encontrarán en su camino será el inexorable paso del tiempo y el olvido que éste conlleva. Quienes aspiran a tener una Venezuela diferente a la actual, deberán encontrar la manera de imaginarla, construirla y compartirla.

 

Queda claro que Venezuela es hoy, en su esencia más profunda, un país muy diferente al que Chávez encontró cuando llegó al poder en 1999; él lo cambió. Mejor en algunos aspectos, mucho peor en otros. Pero es sobre esa realidad que debemos seguir recorriendo un camino que aún es largo. El “madurismo” cuenta hoy con todos los recursos que le hereda el chavismo, a lo que se suma el efecto arrasador de la solidaridad de las masas por la muerte de su máximo líder. Electoralmente, serán muy difíciles de vencer a corto plazo. Para que su ecuación sea perfecta y duradera, necesitan que la oposición los legitime electoralmente. Lo que queda por ver cómo ésta puede mantenerse de pie y luchar de frente sin convertirse en cómplice. 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

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