EDITORIAL #184: «EL HOMBRE NUEVO»

 

El hombre nuevo existe. No se quedó solo en un utópico pensamiento que Karl Marx esbozó a finales del siglo XIX. Hoy es una realidad en las calles de Venezuela y podemos verlo a cada paso y en todo momento.

 

Lo pudimos observar en su máxima expresión el sábado, cuando varios de ellos aprovecharon la decisión de Maduro de ocupar las instalaciones de los almacenes Daka y saquearon algunos de ellos, como el de Valencia, sin el menor pudor. Los estantes quedaron como la moral de las personas que salían de ahí con sus recientes “adquisiciones”: vacíos.

 

Hace poco también pudimos ver varios hombres nuevos, cuando un camión de carga chocó en una céntrica avenida de Caracas y decenas de ellos se treparon sobre el cuerpo agonizante de su conductor para robar el preciado producto que llevaba: carne congelada. El conductor murió y los ladrones nunca fueron identificados, porque, entre otras cosas, el hombre nuevo también es impune.

 

Igualmente hay de esos con estilo y dinero, para los que el trabajo es un motivo de vergüenza y la buena vida debe ser fácil. En los últimos 15 años hicieron millones, aprovechando los perversos controles económicos del gobierno, especulando y estafando. Hoy se mofan de su buena fortuna en los mejores restaurantes y clubes, vestidos de las marcas más finas y desnudos de valores y principios, y ven con desprecio a esos “tontos” que perdieron años de su vida estudiando una carrera y cuyos trabajos decentes, si es que tienen uno, les alcanza solo para sobrevivir.

 

En política el hombre nuevo tiene características inconfundibles: no dialoga, insulta; no argumenta, amenaza; no sirve al pueblo, se sirve de él. Generalmente no tiene ninguna experiencia en el campo que maneja y, además de ser ineficiente, es corrupto. Lo es porque es consciente del desastre que hoy genera y que cuando todo esto se acabe, su drama recién comienza. 

 

El hombre nuevo es también a veces víctima de la coyuntura. A ése lo encontramos haciendo largas colas en los mercados, bajo el asfixiante sol o la inclemente lluvia. Está ahí horas, esperando su turno para comprar lo poco que hay al precio que sea y luego ser marcado en el brazo como si fuera ganado. Lo vemos irse, resignado, con una hipócrita alegría de haber conseguido menos de lo que buscaba en medio de empujones e insultos de sus compatriotas.

 

El marxismo pensó en un hombre nuevo como un individuo “superior, plenamente emancipado y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos”, es decir, perfeccionado espiritual y moralmente. Creo que no hace falta explicar que el verdadero hombre que el socialismo creó a lo largo de la historia es exactamente lo opuesto: un sumiso que ha resignado sus libertades y sus valores  y se ha vestido de miseria. Un ser sin valores.

 

Hay que tener cuidado y no ser injustos, la culpa no es solo de Maduro, es también de Chávez. En Venezuela, el hombre nuevo es producto de lo que vivimos hace 15 años, de personas en el poder con muchos recursos y muy pocos escrúpulos, pero también de un pueblo que no fue capaz de comprender la realidad y enfrentarla a tiempo.

 

En este sistema gobiernan malandros que necesitan a los pobres muy pobres, para poder así mantener un modelo que no funciona. La buena noticia es que en este país no solo hay hombres nuevos, sino también hombres buenos. La lucha es entre ellos y siempre son los últimos los que al final se imponen.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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