¿Y ahora qué?

Por Gabriela Amorín Padilla

 

 

 

Son muchísimas las lecturas que se le pueden dar a los resultados del pasado domingo, cada quien lo ve desde su ángulo y sus intereses, lo cierto es que quienes tratan de convertirlo en fiesta democrática y victoria avasallante, aún no han entendido lo que ocurre en Venezuela.

 

No pretendo hacer ningún análisis de los resultados electorales; primero porque me aburre y segundo porque no me sorprendieron en lo más mínimo. Creo que ya se han hecho suficientes diagnósticos derivados de resultados electorales, pero son pocas las estrategias efectivas que se han tomado en consecuencia; basta ver los resultados de cada elección para darse cuenta.

 

Yo no estoy de acuerdo en que el país está dividido en dos. Venezuela está mucho más fragmentada.

 

Quisiera aprovechar este espacio y ocasión para otro tipo de reflexión. Llegó la hora de que los ciudadanos repasemos seriamente nuestro destino como venezolanos que queremos seguir viviendo en este país y hace mucho que debimos hacerlo. Lo cierto es que el régimen ha arreciado la persecución y la violencia, los problemas del país se han exacerbado y el año que viene no hay elecciones (en teoría).

 

Recordemos que la MUD fue creada para fines electorales, aunque muchos hayan llegado a confundirlo. Entonces, ¿cuál es su rol el año que viene? La autocrítica si bien no ha sido muy practicada por quienes integran la Mesa de la Unidad, es algo que deberían considerar llevar a cabo de una vez por todas y peor que eso ha sido la poca tolerancia a críticas externas, lo cual es verdaderamente más grave.

 

Muchos errores se han cometido muchas veces, pero pocos han sido corregidos, ni siquiera han sido admitidos, sobre todo en el sector de la oposición, quienes parecemos habernos vuelto expertos en análisis rebuscados para sacar ánimos de donde ya no quedan y adjudicarnos victorias de consolación sin ver el panorama completo, sino a penas una toma cerrada.

 

La MUD ha querido tener el rol de instancia política, controladora de absolutamente todas las decisiones de todos los actores políticos de la oposición. Primer error. No es secreto para nadie que la Mesa de la Unidad está más fragmentada que unida y que los pesos políticos de los partidos dentro de ella son todo menos equitativos. No es secreto para nadie que lo que no está bajo su control o no pueden capitalizar intentan opacarlo o descalificarlo.

 

¿Qué harán el año que viene? No lo sabemos, pero podemos deducir que será muy difícil porque ciertamente no han sabido combatir fuera del terreno electoral y lo que se viene para Venezuela requerirá mucho más que campañas electorales y fiestas democráticas.

 

El tiempo de hablarle claro a la gente llegó hace mucho y ellos han decidido ir corriendo la arruga, quizá por miedo, quizá porque no saben hacerlo, quizá porque quieren ocultarlo o de repente porque no terminan de entender que en Venezuela hay una dictadura que cada vez que nos lleva a elecciones no busca sino legitimarse y atornillarse más en el poder, si es que pueden atornillarse más.

 

El primer paso para construir la Venezuela que muchos quisiéramos tener, no es ganar unas elecciones, porque mientras estemos bajo el yugo de un régimen como el actual, difícilmente lograremos realizar algún tipo de gestión, aun cuando resultemos victoriosos en comicios. El primer paso para reconstruir a nuestro país, es derrotar a la dictadura; más adelante tendremos tiempo para ocupar alcaldías, gobernaciones, etc. Es imposible logar una victoria electoral sin antes haber conseguido una victoria política.

 

Si la MUD desea sobrevivir debe reconsiderar muchos elementos; debe reestructurarse, prepararse y trabajar en función de la lucha que le toca enfrentar, una lucha política, no electoral. O se replantean, o desaparecen, o seguiremos condenados a esta dictadura que no hará sino empeorar.

 

En cuanto a los liderazgos que componen la Mesa de la Unidad: es el momento oportuno para renovarlos y sobretodo legitimarlos. Construir una verdadera concertación democrática equilibrada, en donde partidos grandes o pequeños, de derecha o de izquierda, puedan entrar al juego pero con el único compromiso de derrotar la dictadura y no ocupar parcelas. Lamentablemente algunos no han pasado de ser solo candidatos; la brecha entre un líder y un candidato es mucho más grande de lo que se piensa y aquí deberíamos comenzar a revisar esos conceptos, sobre todo porque el liderazgo que Venezuela necesita, requiere cualidades que se ven poco en estos días.

 

Es momento de que el pueblo reclame un liderazgo de altura, pero sin olvidar lo que como ciudadanos nos corresponde hacer, porque también es cierto que nos hemos ‘achinchorrado’ esperando que los dirigentes ‘salven la Patria’, sin que haya rodado ni una gota de sudor por nuestra frente. Pero la culpa no se le puede seguir echando a la gente, a la abstención, al pueblo que es flojo, consumista, cómodo o resignado; que cada quien en Venezuela asuma su responsabilidad, sus limitaciones, sus errores y sus capacidades. Llegó el momento de enfrentarse a la dictadura reconociéndola como tal, utilizando el leguaje, las herramientas, las acciones y los liderazgos que requiere esta cruzada. El año que viene es (esperemos) una tímida oportunidad para intentar estrategias diferentes a las ya practicadas, para ver si se generan resultados distintos. De no ser así, algunos tendrán que acostumbrarse a vivir en comunismo y dictadura, y otros a llorar a Venezuela desde muy lejos.

 

 

 

Gabriela Amorín Padilla

gamorin@guayoyoenletras.com

@Graby_

 

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