Suelta y déjaselo a Dios

Por Carla de Sánchez

@CarlaDeSanchez

 

 

 

Recientemente estuve en un evento que organicé durante varios meses. Era en la Isla de Margarita y todo estaba muy bien excepto que el aire acondicionado del salón y algunas habitaciones no funcionaban bien y la gente estaba acalorada. Reclamamos al hotel, solicitamos al técnico del aire y aún así no había solución.

 

En el entrenamiento, Bob Mandel ( el facilitador) leía en las mañanas la Palabra Diaria, una guía espiritual para abrir la mente y el corazón.

 

El día en que yo estaba más molesta, el título del mensaje era ”Suelta y déjaselo a Dios”, sin embargo, yo seguía empeñada en el tema del aire. Volví a insistir con el hotel, hasta que finalmente el gerente dijo que el problema era que la energía eléctrica no llegaba con suficiente potencia a Margarita y por eso los aires no enfriaban eficientemente. Ante tal situación, no me quedaba más que aceptar lo que ocurría y dejarlo así.

 

En ese momento, mi amigo Bob, me apoyó a que realmente intentara vivir la situación de acuerdo al mensaje del día. Poco a poco me fui relajando y disfrutando más de ese exitoso evento que yo había creado.

 

Cuento todo este capítulo personal para ejemplificar esta importante lección que me ha tomado un poco de tiempo aprender y practicar.

 

Ciertamente soy una mujer de fe y creo que cada experiencia que nos ocurre, incluso los grandes problemas u obstáculos nos dejan grandes aprendizajes. Mi objetivo era que toda la convivencia fuera maravillosa, desde el punto de vista de contenido y también logístico. Hice todo cuanto estuvo en mis manos para que cada persona se llevara la mayor riqueza de esa experiencia. Al mismo tiempo, en un momento, me tocó soltar aquello que no podía resolver. De esto se trata la vida, de hacer el mayor esfuerzo por un objetivo que se tiene, por una parte, y por la otra soltar para que Dios se ocupe o nos indique el camino a seguir.

 

Al finalizar el evento, todos los participantes estaban tan agradecidos por lo aprendido que nadie consideró siquiera el tema del aire.

 

Nota: el contenido completo de la Palabra Diaria de ese día es:

 

“Le doy la bienvenida al bien en abundancia mientras suelto y se lo dejo a Dios.

 

Estoy agradecid@ por mi tenacidad, que bien me sirve, empujándome a llegar a la línea final o a terminar un proyecto a tiempo, lo cual puede ayudarme a tener éxito. Sin embargo, la sabiduría divina me dice que también hay tiempos donde hay que soltar.

 

Algunas carreras no son para que yo las corra y algunos proyectos son mejor logrados si se reduce la marcha. Algunas respuestas vienen cuando espero por inspiración más que cuando estoy forzando para lograr una solución. Rezo para saber qué es lo que me toca hacer: cuando empujar y cuando soltar.

 

Cuando suelto, le doy espacio a Dios, me abro a la sabiduría divina, a la guía y las ideas –para el éxito, aprendizajes y paz interna. Hago un espacio para el bien ilimitado que viene por canales inesperados. Recibo lo bueno abundantemente mientras suelto y se lo dejo a Dios.”

 

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