La televisión no tiene la culpa

Por Luis Guillermo Valera

@guilloescritor

 

 

 

Hay pocas cosas más odiosas que encasquetar en los otros nuestras responsabilidades. Más aún cuando se emplean medias verdades para intentar engañar a los demás. La muerte de Mónica Spear había puesto en la mira el problema de la criminalidad. Pero viene el señor Maduro y desvía la atención a las telenovelas en vez de a lo que en realidad causa la inseguridad: la desfragmentación de la familia, la educación, las drogas, la impunidad…

 

Y lo peor de todo es que se escuda en un punto en que todos deberíamos estar de acuerdo: tener una televisión de mejor calidad.

 

Hay que estar claros en un punto: porque dejen de pasar El Capo un malandro no dejará de robar, matar, violar o secuestrar. Hay que estar claros que las telenovelas y narco novelas son solo historias de ficción que, a la larga, enseñan que los buenos siempre ganan y los malos tendrán su castigo.

 

No quiero que piensen que estoy defendiendo a las telenovelas, muy por el contrario. Yo no veo novelas y me gustaría que fueran reemplazadas por programas de mayor calidad y sin tantos estereotipos. Pero hay gente que disfruta las novelas y no soy nadie para quitarles algo que les gusta. A fin de cuentas, con cambiarle al canal tengo suficiente.

 

Sin ser un experto en la materia les diré como reducir la criminalidad: más tribunales, menos hacinamiento carcelario, mejores sueldos para las policías y menor impunidad. Eso es todo, así de sencillo si solo separamos de la discusión tesis erradas de antemano.

 

El debate en torno al peso de la televisión podría ser una oportunidad de oro en muchos aspectos. Al fin podríamos salir de los modelos arcaicos de las telenovelas tradicionales, crear espacios para una nueva y mejor programación, fabricar nuevos modelos de entretenimiento alejados de los gastados melodramas, abrirle las oportunidades a nuevos talentos en la actuación y la dramaturgia. Esta es una oportunidad de oro si somos inteligentes y le exigimos al Gobierno, a los fiscales y a los policías por nuestra seguridad, y no a Cosita Rica, Mi gorda Bella o a Betty la Fea.

 

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