Mi generación Cadivi, ha muerto

Por Laurin Isabel Bello Gutierrez

@LaurinIsabel

 

 

 

Ha muerto una generación entera de carpetas marrones, amarillas, etiquetas estrictamente blancas, marcadores negros o azules, separadores, números, hojas y hojas, planillas y planillas, pero sobre todo: sueños, la economía entera de una nación a la cortadora de papel, y en el mejor de los casos en alguna papelera de reciclaje.

 

Con la nueva devaluación, sí, devaluación, ahora todos –los que tenían alguna duda y los que no- tenemos la certeza de que la Comisión Administrativa de Divisas, ha muerto, o al menos ha llegado a su etapa terminal, como el cáncer que representa la pendiente que es la economía venezolana. Han fracasado, esa es la realidad.

 

Y ahora qué: a mendigar dólares, a mendigar alimentos, bebidas y productos de primera necesidad, porque al menos el 70% de lo que usted consume a diario viene de un país al que no se le paga en bombillos, sino en dólares, yo espero que usted entienda que no es que se le jodieron los viajes y los cursos por el mundo a los “oligarcas”, es que se le jodió la vida a todos.

 

La escasez que se vive en Venezuela a diario desde hace varios años, y que ahora solo será más profunda, es sólo la consecuencia de unos dólares que hace rato que no hay, de una economía que no fluye, de una plata que falta tiene mucho tiempo faltando, y probablemente de un liderazgo que hace mucho que no existe.

 

“Necesitamos un héroe”, escuché hace poco, y me tuve que reír para no llorar, mientras encontraba en esas tres palabras la sentencia de muerte que nos ha tenido con la cabeza agachada y la boca cerrada por tanto tiempo. Estamos esperando que venga “el héroe”, que desde ya les digo que no existe, a salvarnos. Estamos aún muy cómodos viendo la debacle desde la comodidad del asiento frente al televisor, como para racionalizar que si no nos convertimos en nuestros propios héroes, no habrá cambio posible.

 

Votar ya no es suficiente, usted más que nadie lo sabe, una marcha una que otra vez, tampoco; mirar feo a la señora con camisa roja en el supermercado, mucho menos; dejar de consumir ciertos productos porque faltan y no porque ha sido su decisión, tampoco es la solución. Aguantar es –sin dudas- una mala decisión, una muy mala decisión que nos ha costando más de 14 años de una violencia desbordada en las calles de todo el país, de un hambre que no se aguanta, de una tristeza generalizada, de un luto diario, de un miedo que acompaña día y noche.

 

Yo no tengo la solución para todos, pero estoy convencida de que la solución para el país, es que cada venezolano comience a perder el miedo, que cada venezolano deje de conformarse con las migajas de un gobierno que no es más que un empleado de la nación, que por cierto no lo está haciendo bien desde hace rato. El país nos pertenece a los que hemos estado por años haciendo colas para leche, Harina Pan, papel sanitario e incluso gasolina, el país nos pertenece a nosotros los que tenemos miedo de andar a cualquier hora del día por las calles, y no a los que se sientan cómodamente con trajes Armani, relojes Rolex y al menos tres oficiales de seguridad que los acompañan hasta al baño. El país aún es nuestro, que no se les olvide eso.

 

(Visited 69 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras