En la calle me acompañan el poder de mis convicciones y los sueños de toda una nación

Por Luis Rodríguez

@Luisert

 

 

 

«Lamento que mi protesta colapse el tráfico, pero tu indiferencia colapsa mi país»

 

Resulta absurdo creer que a los estudiantes nos mueve una figura política y no la situación de la nación que nos afecta a todos: a ti, a mí y a toda nuestra familia. ¿Cuántos supermercados recuerdas haber recorrido en los últimos seis meses?; ¿Durante cuánto tiempo has hecho cola para pagar por un producto básico, como harina, mantequilla, papel sanitario?; Tú, que me lees, ¿cuántas personas cercanas a ti viste caer abatidas por el hampa?; ¿Por qué hoy nos “racionan” las divisas –e incluso nos dicen en qué ciudades podemos usarlas- mientras el Estado, ése al que ambos hemos permitido que actúe de forma impune, regala una parte de nuestros ingresos a naciones a otras naciones?; ¿Por qué los altos funcionarios se lamentan por la muerte de delincuentes y ni siquiera hacen pronunciamiento cuando perdemos a un representante del futuro de Venezuela?

 

Sé que no existe relación entre algunos de las interrogantes anteriores, pero para esto hay dos razones: la primera es que en Venezuela estamos mal de principio a fin, lo que me obligaría a escribir unas cuantas páginas sobre interrogantes que hacerle a Nicolás Maduro y a todo su gabinete que no ha mostrado ni siquiera un mínimo de competencia. El segundo motivo es que tan solo cuento con unas horas para redactar estas líneas –estimuladas por las ganas de vencer el bloqueo informativo que nos imponen delincuentes-, porque nuestro movimiento pacífico en la calle continúa y tengo la entera obligación de apoyar a los millones de hermanos de toda la nación que piden a gritos un cambio.

 

Lector, si en cambio tú sientes que aún no tenemos motivos suficientes para salir a ejercer nuestros derechos y que mucho menos podemos hacerlo sin un ‘mesías’, lo respeto. Pero si más allá de eso crees que la lucha del movimiento estudiantil es solo una pérdida de tiempo más, me temo que has caído en el juego del Gobierno. Ése que quiere desmotivarte, desmoralizarte y sumirte a sus pies hasta que en algunas elecciones logres derrotarlo…

 

Las razones sobran y los líderes también, solo detente un momento ante en el espejo y mírate ¿quién más que tú para actuar en contra de lo que te afecta y exigir lo que por ley te corresponde? Este es el momento de los valientes, no de los populares; ¿Crees que estamos ante una dictadura? Pues entonces este es tu momento, porque reconoces que nos enfrentamos a un férreo régimen totalitario. El totalitarismo no escucha, no dialoga y, por el contrario, se burla de sus detractores mientras se abraza al poder hasta el último instante y ese lo decides tú.

 

Si te preguntas cuál es nuestro fin, pues el listado es tan largo que no nos alcanzan las consignas para expresarlo, pero yo lo resumo como la limpieza de los poderes públicos, en su totalidad, que se encuentran al servicio de un partido político y no de la nación. Exigimos el cese de la inseguridad, de la destrucción de la producción nacional, de criminalización de la disidencia, de la burla a los ciudadanos, de la corrupción en los entes públicos, del retroceso social, de la censura a los medios, del discurso de guerra, de los insultos a la mitad de la nación y del promulgación del odio entre hermanos de un mismo país. Es resumen, exigimos la renuncia de la cabeza del proyecto, Nicolás Maduro.

 

Para eso necesitamos mucho más que aplausos desde las ventanas, que el sonido de las cornetas de quienes nos miran. Necesitamos el compromiso de todos para exigir el cambio que tanto anhelamos. El momento es ahora, no porque Leopoldo López o María Corina Machado lo hayan dicho, sino porque nuestro país y su pueblo no aguantan más tiempo sirviendo a los ideales de unos dictadores de una isla arropada por el fantasma del comunismo.

 

Yo lucho por amor a mi patria, para detener la fuga de cerebros, para que los próximos exiliados no seamos nosotros ni la razón de huir sea nuestro día a día, para los que ya se encuentran fuera puedan volver. Lucho porque aunque yo pueda salir, mi familia quedará aquí y existen amplias probabilidades de que tu caso sea el mismo, eso nos ataría por siempre a la pesadilla. Lucho porque este lugar me ha hecho lo que soy y merece que se lo retribuya.

 

Yo lucho por la democracia, por los valores que me inculcaron cuando era solo un niño. Lucho por todos, porque juntos estamos viviendo bajo la bota de una pandilla de delincuentes con cuello blanco, pero tengo la convicción de que todos juntos podemos levantarla y terminar con su opresión.

 

Venezolano, este es tu momento, aférrate a tus convicciones y acompáñanos a detener los abusos del régimen.

 

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