¡No pase, calle ciega!

Por José Manuel Rebolledo Velasco

@Josem07

 

 

 

“Caballo viejo no puede perder la flor que le dan,

porque después de esta vida no hay otra oportunidad”

Simón Díaz. QEPD

 

“La riqueza verdadera de un pueblo,

es el cerebro de su gente”

Laureano Márquez.

 

Desde hace días, quizá semanas, el venezolano ha comenzado un proceso similar a la desestalinización, respetando las diferencias en tiempo y espacio. Tratando de comprender un régimen que ha fallado luego de quince años de gestión. El estado de penuria cotidiano en el que hemos llegado a sobrevivir los venezolanos (inseguridad, desabastecimiento, inflación, pobreza, corrupción y la lista sigue). Aunado a esto ha ayudado, luego de una revisión interna, el trabajo de convencimiento de los lideres opositores, como: Capriles, López, Machado, sin dejar a un lado el Movimiento Estudiantil, entre otros. Es por ello que comienza un movimiento ciudadano en la calle, de características propias, atípicas y particulares.

 

El 12 de febrero de 2014 ha sido #ElInicio (no soy partidario de tildarlo #LaSalida) de una lucha, que es menester comprender, tomando en cuenta que no será a corto plazo, y mucho menos termina al conseguirse los objetivos, parcialmente claros, enmarcados por las protestas.

 

La lucha es y debe seguir siendo en la calle, no está de más resaltar que de manera pacífica y organizada (como los líderes estudiantiles han enfatizado), para empezar a abrir puertas que nos lleven al cambio que necesitamos (dese cuenta amigo lector que al día de hoy, más que un deseo, es una necesidad). Ahora bien, esta lucha tiene que tocar dos factores sumamente importantes y que la historia demuestra que son vitales para un cambio: educación e inclusión. Aunque sea cuesta arriba esta tarea, seamos sinceros: nadie dijo que será fácil, mas valdrá el esfuerzo.

 

La primera, que empieza en la casa, pasando por el aula, moldeando valores y principios que se manifiestan en la calle, requiere de mayor inversión en tiempo y dinero, teniendo en cuenta que se ha descuidado por completo en quince (quizá más) años de revolución. En estos días podía verse una consigna, en pancartas y en la red social twitter, que captó mi atención: “Cuando se lee poco, se dispara mucho”, planteamiento que se amolda a la perfección con la situación que vivimos actualmente.

 

Estamos inmersos en un sistema que constitucionalmente promueve la educación como un pilar fundamental de la vida en sociedad, pero que sin embargo no se manifiesta en lo absoluto en la realidad, para nadie es un secreto que el presupuesto destinado al Ministerio de Educación es considerablemente inferior al equivalente al Ministerio de la Defensa. Sin tomar en cuenta que los sistemas más exitosos del mundo, lamentablemente para algunos, como Estados Unidos (“el imperio”) giran en torno a la eficiencia de su sistema educativo. O es que no nos hemos puesto a pensar, que si tan solo estuviésemos mejor formados sobre la historia de Latinoamérica, comprenderíamos que este régimen ha empezado a reprimir y desaparecer ciudadanos como en la época de Pinochet en Chile (hace más de tres décadas). O, sin ir muy lejos, los cuerpos de protección de la nación torturan a sus ciudadanos, al mejor estilo de Pérez Jiménez en la década de los cincuenta en nuestra Venezuela; no hay duda que al menos una historia habremos escuchado en algún domingo familiar en la voz de nuestros abuelos o quizá padres, dependiendo del caso. Pues sí, “la historia se repite”, dirán algunos, aun cuando no debe ser la máxima, y mucho menos repetir los aspectos negativos, de ellos hay que aprender y mejorar a través del sistema educativo.

 

Luego, inclusión, palabra que ha salido de la boca de muchos (¿o pocos?) personajes sensatos en estos días. La tarea en este campo va de la mano con la anterior, y aunque tampoco se consigue de un día para otro, es más eficaz, de ella depende el triunfo de la lucha que se ha desatado en las calles venezolanas. Es el momento de entender en la historia de Venezuela, ya que no es algo de la quinta república (ha existido desde bastante tiempo atrás), que todos los nacidos en el territorio venezolano somos iguales e hijos de una misma madre patria.

 

Acabar con adjetivos peyorativos que afianzan la polarización es menester (escuálido, majunche, fascista, chavista, tierruo, marginal, entre otros), “la forma de acabar con la discriminación, es dejando de discriminar”. Se ha sembrado resentimiento de parte y parte en nuestro pueblo, y es cercenando que el gobierno consigue mantenerse en el poder. Entendamos que la lucha es de todos por un mejor país, no de partidos políticos, ideales o clases. Inclusión para acabar con las injusticias que nos han llevado a la actual división, para recuperar la democracia, que su raison d’être justamente es balancear las desigualdades de una nación, mediante la voz de su pueblo (hoy en día censurada). Cuando logremos la unión con el que piensa distinto, mediante la tolerancia y la paz, lograremos esa inmensa mayoría abrumadora que abrirá las puertas a un cambio para Venezuela, y recuperaremos nuestra democracia. Recordar que no se hace referencia a mayorías electorales, sino a una mayoría de venezolanos comprometidos con y por el país.

 

Sabemos que no será fácil, apenas es el inicio, y el camino es largo. Pero la lucha sigue, es por TODOS los venezolanos y ni uno puede claudicar. Recuerda: “el que se cansa, pierde”.

 

P.D.: Me siento egoísta al no poder estar contigo, hermano y hermana, pero desde donde me encuentro aporto mi grano de arena en la medida que mis posibilidades me lo permiten, no estar contigo en estos momentos me quita el sueño; Venezuela, me dueles…

 

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