“Cheo” y El “Gabo”. Contigo en la distancia

Por Mariana Marchena

@Pachema32

 

 

 

Hoy podría plagiar palabras de Neruda y comenzar estas líneas diciendo que “podría escribir los versos más tristes esta noche” pero aunque esté triste no lo haré. Es ley que la Maestra vida te da y te quita, te quita y te da, pero queda de nuestra parte al final poder recordar con alegría aquellos momentos que solo nosotros, pase lo que pase, mantendremos vivos, muy a pesar de las distancias y de las ausencias físicas.

 

Aunque es muy fácil repetir que la muerte es ley de vida, no es tan fácil asumirlo y más en nuestra cultura occidental que todavía no hemos aprendido muy bien la filosofía del desapego material, y mucho menos el desapego a las personas. Sin embargo, en medio de la nostalgia, que nos pueda causar la ausencia de un ser especial, es sano traer a colación el legado que ha dejado cada persona que ha transitado por nuestra vida. A diario, muchas personas dejan de existir, sin embargo, quisiera dedicarle particular atención a dos grandes (sin restar importancia a las demás ausencias, por supuesto). Quisiera expresar mi tristeza por la partida de “Cheo” y El “Gabo”. Uno guacharero, romántico y bailarín, y el otro más circunspecto y cogitabundo pero ambos enseñaron al mundo a enamorarse.

 

A través de sus vidas, con su pasión, empeño y plumas nos demostraron sin ningún pudor que son posibles los sueños, por muy grandes o lejanos que sean. Cheo, pasó de cargar maletas a cantar junto a otro grande como lo fue Tito Rodríguez , fue inspiración de cientos de romances que bailaron al son de cada uno de sus boleros y produjo siempre una inmensa alegría y arrebatos casi Dionisíacos con sus salsas, se recuperó de fuertes adicciones y ganó un Grammy. El Gabo, a pesar de estudiar derecho para complacer a su padre soñó siempre con escribir, por ejemplo, la gran historia de amor entre sus padres y las grandes historias que su abuela le contaba; años más tarde fue merecedor de un Nóbel de Literatura y pasó a instalarse en el imaginario de cada ciudadano del mundo con su realismo mágico.

 

Que levante la mano quién no ha bailado o cantado una canción interpretada por Cheo, quién no ha leído o escuchado sobre Cien años de Soledad o El amor en los tiempos de cólera, entre tantos legados. Y, son esos legados los que recopilan la esencia de cada uno. El Gabo advertía que al lugar dónde hemos sido felices nunca intentemos volver; hoy difiero de esta advertencia, pues es imperativo volver sobre las salsa y boleros que tantas veces sonaban en el “picó” de mi casa o en el “equipo” de nuestro antiguo Malibú, mientras mis padres la bailaban o cantaban y que me hacían soñar también con un gran amor. Imposible no releer cualquier obra de Gabriel García Márquez e identificarse -como él mismo las llamaba- con las “historias de amor contrariadas”, ellos nos enseñaron a su manera a AMAR las cosas sencillas.

 

Sus legados se han quedado en un instante eterno, y la humanidad continuará escuchando quejarse al “gato” por no poder vacilar; y por más tecnología que haya e inventen nuevas maneras de enamorar, siempre existirá el enamorado que le cante a su gran amor : “amada mía, eres mucho más de lo esperado dulce mujer que había soñado yo soy todo de ti” , y que se aferre también a las historias mágicas de amor que al final nos lleven a la sospecha, como diría El Capitán en El amor en los tiempos de cólera, de que es la Vida más que la muerte la que no tiene límites.

 

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