Precavida sí, víctima no

Por Heymar Díaz Matamoros

 

 

¿Te detuviste a pensar alguna vez en el tipo de información que compartes a través de tus redes sociales? ¿Eres de aquellos que describen cada cambio de humor o emoción como un estado en Facebook? ¿O narras cada visita, compañía o paseo como una situación de tuiter?

 

Hace poco comenzó a seguirme en una de las redes sociales en las que participo, un joven que en apariencia, no contaba con más de  25 años. Al mirarlo me di cuenta que en ocasiones soy muy confiada en el manejo de información personal y que me expongo innecesariamente.

 

En su foto de perfil aparecía con una gorra de una marca de ropa, una copa con una bebida de un color extraño en su mano, una camiseta blanca sin mangas y al fondo, una moto. Mi primera reacción fue asegurarme de que ese perfil y los demás que poseo (excepto tuiter), tuviesen los niveles de seguridad óptimos para que él no tuviese acceso a mi ni a mi información.

 

Estudié muy bien cada una de sus imágenes y grabé (sin querer) su rostro en mi memoria. Analicé las palabras que usó para describirse en su perfil; su vocabulario amplio y gramática correcta me hicieron dudar de mi primer impulso: el miedo. Tristemente el miedo, la precaución y las medidas de seguridad son mi única herramienta defensiva. Y ofensiva.

 

Ese día decidí que prefiero entrar en conflicto interno al hacer el juicio de valor «injusto e inhumano» antes que ser una víctima; lo que no quiero es vivir con miedo. Mi objetivo es permanecer en Venezuela, viva y construyendo, conquistando y recuperando aquellos espacios que la indiferencia, la resignación o la impotencia han contribuido a ceder. Precavida sí. Víctima no.

 

Quizá el miedo pueda transformarse en el movilizador para generar las estrategias de supervivencia y así protegernos, salvaguardarnos y sobrevivir; el primer paso es compartir la experiencia y ayudar a otros a aprender del miedo y a no ser víctimas.

 

En redes sociales exponemos muchas veces gustos, horarios, estados de ánimo y planes. Es cierto que debemos ser cautelosos con este tipo de comunicación, pero cuando no lo seamos en esa dirección, al menos cuidemos el acceso que damos al público en general, al mismo.

 

Nuestra realidad nacional exige acciones, organización y comunicación efectiva: que tienda puentes y movilice hacia el respeto, el orden y la paz. No ser víctimas por distracción o inocencia indebida, nos hará multiplicadores y un canal eficiente de cara al objetivo. Vivos somos más.

 

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