Samantha Castillo: “Pelo Malo es una película sobre el amor, y hay amores que matan”

Por Mónica Duarte

@M0n1k1ta

 

 

 

 

La película venezolana “Pelo Malo” ha despertado la euforia en los festivales internacionales en los que se ha proyectado, siendo merecedora de numerosos premios, entre ellos La Concha de Oro del Festival de San Sebastián en 2013. Con una historia intensa y compleja el filme nos muestra las contrariedades de una madre y su hijo que luchan por quererse y aceptarse a pesar de sus diferencias. Samantha Castillo le da vida a Martha, esa madre soltera de dos hijos, desempleada y con una relación turbulenta con el mayor, Junior, quien desea alisarse el cabello para una foto escolar.

 

Guayoyo en letras tuvo el placer de conversar con Samantha Castillo, quien nos habló sobre su personaje en “Pelo Malo”, su carrera artística, su experiencia en el rodaje de la película y en los festivales internacionales.

 

-Guayoyo en letras: ¿Cómo comenzaste en la actuación? ¿Cuáles fueron tus primeros pasos?

-Comencé estudiando en una escuela de teatro que se llama Juana Sujo. Primero empecé a hacer un curso los sábados, escondida de mi familia, de mi mamá y mi papá, a los 18 años. Luego yo le confesé a mi hermano y él me dijo: “búscate un curso serio y yo te lo pago”. Fui a distintas escuelas y llegué a la Juana Suco, hice la carrera ahí, 2 años, luego estudie en la Compañía Nacional de Teatro y en talleres en el Grupo Actoral 80. Luego estudié Artes en la Central, soy licenciada en Artes.

 

-¿Qué es lo que más te gusta de actuar?

-Primero que cuando actúas puedes vivir cosas que, a lo mejor, la vida no te da la oportunidad de vivirlas, vivir distintas vidas. La capacidad de jugar sin prejuicios, con absoluta libertad. Y que, para mí, es una vía extraordinaria, casi divina, de conocerme a mí misma.

 

-¿Cómo surge la oportunidad de comenzar el proyecto de la película Pelo Malo?

-Yo me encontré al director de casting de la película, Beto Benítez, en una función de teatro y él me dijo que Mariana Rondón estaba buscando actrices entre 25 y 35 años para su próxima película, “ve al casting creo que tú puedes estar en perfil”.

 

-¿Sin antes conocer el proyecto?

-Conocía a Mariana Rondón. No personalmente, pero la conozco a través de sus obras, de sus películas, vi “Postales de Leningrado” que me encantó, vi “el chico que miente” que ella era la productora y también me gustó. Es decir, viendo sus películas siempre pensaba que quería hacer ese tipo de películas.

 

-Ya hablando más del personaje ¿Qué enseñanza te gustaría que dejara Martha, tu personaje en la película?

-Lo que pasa es que yo no actúo para enseñar. Yo vivo algo con el mayor anhelo de que aquel que lo ve pueda vivir eso, pueda experimentar eso a partir de su propia vida, que pueda asimilarlo sin prejuicios. Y que, a lo mejor, le haga pensar, reflexionar, hacerse preguntas.

 

-¿Y qué aprendiste tú del personaje?

-Yo aprendí mucho. Primero, a no juzgar a nadie, ni a un personaje ni a las personas a priori. A no establecer etiquetas ni determinar a la gente antes de conocerlo. Además, descubrí cosas de mí misma, descubrí que dentro de cada uno de nosotros, o sea dentro de mí, puede habitar oscuridades que yo no conocía. Aprendí como intérprete que en los grises también hay matices.

 

-¿Cuál fue el mayor reto que te impuso el personaje?

-No juzgar, eso fue lo primero, lo más grande y lo más difícil. Porque tú puedes con un personaje, con la complejidad que tiene Martha, que digas: es mala, no quiere al muchachito, es una desgraciada, una infeliz, una bruta, es torpe. Todo eso te viene a la cabeza y creo que lo primordial es no juzgarlo, porque tú vas a darle vida, esa mujer va a vivir a través de ti y va a vivir a través de mi cuerpo, de mi alma, de mis sentimientos y yo no puedo definirla sin vivirla. Eso fue lo más difícil porque uno tiende a etiquetarlo.

¿Cómo hice? Era una constante lucha conmigo misma, como técnica de trabajo para evitar caer en el juicio usaba mucho preguntarme a mí misma cosas acerca del personaje. Por ejemplo, ¿Quién es ella? ¿Qué desea, qué necesita? ¿Dónde está el amor para ella? ¿Cómo es la relación con su hijo, qué rechaza de su hijo, qué ama de su hijo? ¿Dónde está su erotismo, su feminidad? ¿Desea ella tener el poder, desea tener el control? ¿Qué desea controlar de los otros? Todo lo que me generaba duda no lo transformaba en una afirmación, lo invertía, porque si yo afirmaba la estaba etiquetando, entonces lo convertía en una pregunta. Y no la respondía desde la razón sino que me iba con esas preguntas a los ensayos y cada vez que empezábamos una exploración, una improvisación yo iba con preguntas en mi cabeza que se respondían a través de los estímulos de la relación con los otros y la forma en que Mariana nos iba llevando. Entonces, mi cuerpo y mi alma iban revelando esas respuestas, un proceso mucho más intuitivo que racional.

 

-¿Cómo fue trabajar con Samuel, el niño?

-Maravilloso. Samuel es un niño muy especial, talentoso, inteligente pero además muy responsable y muy consciente, muy maduro. Esa mezcla lo convierte en un actor joven, no es un niño que hizo una película, es un actor, joven pero un actor con toda la magia, con toda la capacidad de vuelo, con toda la locura pero con toda la responsabilidad de entender la seriedad del oficio y el compromiso.  

Hubo mucha química entre nosotros desde el principio, creo que eso ayudó, y fuimos desarrollando una relación de amistad en la que lo fundamental, además de la complicidad, era la confianza, que él entendiera y supiera que yo siempre lo iba a proteger y lo iba a cuidar. Y a su vez, él asumía el mismo rol conmigo, protector. Somos cómplices que se cuidan el uno al otro.

 

-¿Qué fue lo que más te sorprendió del éxito de la película?

-El éxito de la película (risas). No me lo esperaba. La película, para mí, era importante, era necesaria por los temas que toca, cómo los enfrenta, por lo qué dice y cómo lo dice, y lo qué no dice. Pero uno nunca sabe cuál va a ser la respuesta del público a un trabajo, tú puedes pensar “esto es bueno” pero resulta que no hubo repercusión. No lo sé, yo eso todavía honestamente no lo sé. Lo único que pensaba y lo único que me obsesionaba era mi personaje en los 5 meses de mi proceso de creación de Martha, los 3 meses de ensayos y 2 meses de rodaje, estar concentrada, vivir esa vida, pero no pensaba en el éxito. Para mí ya lo había logrado. Trato de no tener muchas expectativas de las cosas. Además, eso no depende de ti, de mí dependía el trabajo. A veces, sí me asustaba, me preguntaba cómo la gente lo recibiría, ¿me odiarán?

 

-¿Qué es lo que más has disfrutado de los premios?

-Todo. Además lo vivo con mucho placer. Debo confesar que al principio, cuando comenzó todo el proceso de los festivales, yo estaba muy asustada y no sabía cómo vivirlo, y un amigo me dice: “la única forma de vivirlo es desde el hedonismo”. Es como que me cayó la locha en ese momento, yo tenía muchos pensamientos encontrados y de pronto me dijo eso y supe, es como estar abierto a vivir la experiencia. Entonces, primero en el Festival de Toronto, que fue el estreno de la película, vi lo que causó la película: se agotó, luego se corrió la voz y tuvieron que abrir una función extra, colas larguísimas para verla. Y luego, todo el mundo quería conversar sobre la película, se hacían sesiones de preguntas y respuestas, habituales en estos festivales, pero era súper interesante porque la gente se hacía preguntas profundizando y tratando de confrontar como habían vivido ellos la película. Después, San Sebastián, desde que llegamos hasta el último día todo fue un premio. Todo era extraordinario, cada vivencia, cada encuentro. Y además, vivir la experiencia de ganar premio como mejor película, que tampoco nos lo imaginamos. Por eso, creo que eso se vive desde el absoluto placer, desde la entrega, desde el agradecimiento y la gratitud, desde el amor. Es como recibir un regalo.

 

-¿Hubo alguna reacción posterior, opinión o crítica, que te haya sorprendido?

-Me sorprendió mucho la crítica positiva sobre mi trabajo. No estaba consciente del impacto que podía causar en los otros, y me sentía muy conmovida al leer las críticas acerca de mi labor. No me imaginé nunca que eso me podía pasar. Porque tú haces un trabajo, te entregas, y el reconocimiento de otros, y no cualquier sino gente especializada, fue una hermosa sorpresa que me inspira.

 

-¿Qué nuevos proyectos tienes?

-En cine hay una oferta muy interesante pero todavía no se ha concretado. En teatro, estoy ahorita en una obra “Los Navegaos” que es una pieza de Isaac Chocrón, dirigida por Javier Vidal y Michel Hausman, y próximamente una obra que se llama “el americano ilustrado” de José Ignacio Cabrujas y va a ser dirigida por Héctor Manrique con el grupo actoral 80.

 

-Si tuvieses que describir la película en una sola frase ¿cómo lo harías?

-Pelo Malo es una película sobre el amor, y hay amores que matan.

 

-Y tu personaje en una sola palabra…

-Se me vienen a la cabeza muchas: ausencias, dolor, vacío. Amor, no saber amar, amar. Cuidar, no saber cuidar. Proteger, controlar, castrar. Poder, deseo de poder. Miedo, mucho miedo.

 

Un guayoyo con…

 

-¿Qué endulza tu café?

-(Risas) Mis ganas de soñar, mi capacidad de soñar.

 

-Un momento del día para tomarte el café

-Yo no tomo café en la mañana. Mi momento para tomar café es antes comenzar a ensayar. Previo al trabajo un guayoyo.

 

-Un libro para acompañar un café

-El principito.

 

-¿Con quién te tomarías un café?

-Con alguien con quien pueda conversar

 

-Si Pelo Malo fuese un café ¿cómo sería?

-Sería un café fuerte, tinto. Sin leche y sin azúcar, sin mezcla. Creo que sería el grano molido directamente, y de ahí a la cafetera luego agua caliente y ya, no tendría mezclas, ni edulcorantes, ni azúcar.

 

 

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Guayoyo en Letras